DOI: http://dx.doi.org/10.35381/r.k.v4i8.273
Sentidos de la práctica y praxis de la
planeación en la educación superior. Un debate necesario en
la Universidad Autónoma Chapingo (UACh)
Senses of the practice and praxis of planning in higher education. A necessary debate in the Universidad Autónoma Chapingo (UACh)
Lucio Noriero Escalante
Universidad Autónoma de
Chapingo
México
https://orcid.org/0000-0001-5096-4690
Ernesto Iván Ruiz Sánchez
Universidad Autónoma de
Chapingo
México
https://orcid.org/0000-0002-5353-6904
James Alejo Muñoz
Universidad Autónoma de
Chapingo
México
https://orcid.org/0000-0002-7574-6187
Recibido: 20 de febrero del 2019
Aprobado: 26 de abril del 2019
RESUMEN
En este trabajo realizamos en un primer momento un análisis sobre
orientaciones de la planeación educativa en el nivel superior desde la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Tecnología (UNESCO), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), Se destaca cómo se han asumido
estas directrices en las últimas décadas del siglo pasado y del presente, en
las Instituciones de Educación Superior (IES), haciendo énfasis en la
Universidad Autónoma Chapingo (UACh). La información fue obtenida mediante la
revisión de diversas fuentes de datos bibliográfico y de autores expertos en la
temática de la planeación.
Posteriormente, hacemos una reflexión sobre la planeación universitaria
y los sentidos de la praxis y práctica de ésta a fin de establecer escenarios
que en corto, mediano y largo plazo la UACh, encauce su perfil institucional,
sustentado en su carácter agronómico, gratuidad en la educación y congruente
con la Ley que la crea. En ese sentido
se concluye que la docencia, investigación y vinculación, son las principales
funciones que la UACh, debe afianzar a fin de preservar el modelo académico y
posibilidad de dar educación gratuita a los jóvenes de escasos recursos
económicos.
Descriptores: neoliberalismo; planificación de la
educación; docencia; investigación
ABSTRACT
In this work, we initially carried out an analysis on orientations of
educational planning at the top level from the United Nations Educational,
Scientific and Technological Organization (UNESCO), the Economic Commission for
Latin America and the Caribbean (ECLAC) and the Organization for Economic
Cooperation and Development (OECD), It is highlighted how these guidelines have
been adopted in the last decades of the past and present centuries, in Higher
Education Institutions (HEIs), emphasizing the Universidad Autonoma Chapingo
(UACh). The information was obtained by reviewing various sources of
bibliographic data and expert authors on the subject of planning. Afterwards,
we reflect on the university planning and the meanings of the praxis and
practice of it in order to establish scenarios that short, medium and long term
the UACh, channels its institutional profile, based on its agronomic character,
free education and congruent with the Law that creates it. In this sense, it is
concluded that teaching, research and links are the main functions that the
UACh must strengthen in order to preserve the academic model and the
possibility of giving free education to young people with scarce economic
resources.
Descriptors: neoliberalism; education planning; teaching; investigation
INTRODUCCIÓN
La inserción de nuestras sociedades al
conocimiento, la información, y la educación para toda la vida, Delors (1996).
Pareciera ser una consigna que se logra por osmosis en las IES, de nuestros
países latinoamericanos y específicamente en México. Sin duda estos aspectos
son de relevancia, porque está implícito los sentidos y significados de la
educación, es decir, cuestionamientos sobre lo que los estudiantes, deben
aprender, además del qué y el cómo. Siendo que prevalecen entornos geográficos,
políticos y económicos dispares en nuestros países e instituciones. Sin
embargo, pareciera que por momentos se imponen postulados que orientan la
educación hacia la mercantilización y por ende a la privatización, sin antes
poner especial interés a los procesos de planeación que en el corto, mediano y
largo plazo inciden al interior de las instituciones. Por ello destacamos algunas
de las orientaciones de la UNESCO, la CEPAL y la OCDE, ya que creemos que
particularmente en la UACh, su modelo educativo de enseñanza media, superior y
de posgrado, así como su perfil institucional, sustentado en la gratuidad de la
educación; además de servicios asistenciales, con su respectivo programa de
becas para alumnos de preparatoria agrícola y de licenciatura, hospedaje y
alimentación, entre otra serie de beneficios. No es semejante con las demás
instituciones educativas del país y de Latinoamérica. Por ello, se requiere de
una perspectiva amplia de planeación que ponga en el debate el rumbo necesario
de la UACh en los próximos años.
Asimismo nos encontramos ante el establecimiento de sistemas nacionales
de aseguramiento de calidad, eficiencia y eficacia; nacimiento de la
educación virtual, con sus respectivas
tecnologías de información y comunicación (TIC´s), asociadas con la aparición
de nuevas modalidades tecnopedagógicas a escala nacional e internacional;
reformas universitarias orientadas a la flexibilización y transformaciones
curriculares; tendencias en ocasiones contradictorias, que obligan a replantear
el sentido de la planeación en materia educativa y su impacto, en sus diversos
niveles, es decir, básico, medio y superior, siendo este último al que nos
enfocaremos en el presente documento.
En
ese sentido, organismos internacionales como la
UNESCO, en el documento La
educación superior: misión y
acción en el siglo XXI (1998), estableció importantes directrices para orientar la educación hacia un plano
de excelencia. En la misma perspectiva el
papel de instituciones sectoriales nacionales como la Asociación Nacional de
Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) postularon en el
documento La educación superior en el siglo XXI (2000), conceptos de
calidad, pertinencia, relevancia y excelencia como los principales ejes para
orientar la educación superior, hacia un plano de excelencia. Situación que
amerita reflexión sobre lo que está aconteciendo en cuanto a los modelos de
enseñanza y aprendizaje así como del sentido de la universidad pública.
Sin duda, ello representa una alta complejidad para comprender estos
procesos y representa un desafío que nos obliga a revisar aspectos de nuestro
modelo educativo. Ante todo, porque “parece dominar el interés por hacer de las
IES, entidades ad hoc al tipo de
desarrollo que la economía global basada en el desarrollo
científico-tecnológico presenta como tendencia.
Y que se adjetiva como “competitiva”, de “vanguardia”, “innovadora”,
“eficaz”, “globalizada” o “integrada al mercado”, que alimenta a la empresa y a
la industria y que construye sujetos innovadores, adaptables y competentes”
(Treviño, 2015:125). Panorama que conduce a cuestionarnos sí estamos formando
seres humanos críticos, reflexivos y propositivos o trabajadores profesionales
al servicio de las lógicas del mercado y bajo las directrices del Estado. Al
mismo tiempo es necesario reflexionar sobre el significado de la enseñanza que
actualmente no está ligada con el hecho de aprender, sino que responde a
fenómenos relacionados con adquirir ciertas habilidades que dan resultados
efectivos. Siendo necesario promover el pensamiento crítico en el cual los
sujetos piensen por sí mismos. (Martínez, 2004; López, 2013).
En la perspectiva anterior, de seres humanos críticos el modelo
educativo de la UACh, pregona como sus principales atributos la formación
profesional de jóvenes con carácter nacionalista, crítico y democrático. Sin
embargo, podemos afirmar que es poca o nula la incidencia que los
profesionistas tienen en sus lugares de origen. Es decir, tienen una visión
acrítica del modelo de desarrollo vigente. Por su parte, la formación cívica,
es decir, un buen ciudadano y con compromiso ético, no está claro respecto al
papel que desempeña como profesionista al egresar e incida en el desarrollo
social en el medio rural o urbano. En contraparte, prevalece un individualismo
y competencia por lograr mejores calificaciones durante su estancia como
estudiantes, y al egreso insertarse en puestos estratégicos que les permita
obtener mejores ingresos para su reproducción social y productiva. De manera
que la universidad desaprovecha estos atributos que pueden afianzar su modelo
de enseñanza hacia una formación en valores que propugnen por una mejora de de
convivencia armónica entre hombres y mujeres, de cualquier espacio social.
Y es que la gran crisis civilizatoria (social, financiera, energética,
alimentaria, política, cambio climático), requiere de sujetos honestos y
solidarios, en síntesis: seres comprometidos con su entorno urbano o rural. De manera que
coincidimos en que la educación debe partir del
contexto en que se crean y fundamentan las IES y de las condiciones de los
países con economías emergentes (Bartolucci, 2000), sin detrimento de la
importancia de las nuevas tendencias y dilemas (Uvalić-Trumbić, 2014), con las
cuales interactúan y en la que la UACh no es exenta de ello. En ese sentido,
destacamos:
• Aumento poblacional
• Presión migratoria
• Acceso desigual al conocimiento
científico y cultural
• Competencia entre instituciones
públicas y privadas
• Creciente comercialización de la
educación en sus diversos niveles
• Acreditación nacional y certificación
internacional
• Descalificación entre instituciones
públicas y privadas
• Falta de una articulación entre
investigación y docencia
• Falta de compatibilidad entre el
perfil de los egresados de las IES y las necesidades del sector social y
productivo
DESARROLLO
Incidencia de los
organismos internacionales en las IES, entre tensiones y orientaciones
Los puntos anteriores sin lugar a dudas son factores presentes en
nuestras sociedades latinoamericanas e IES, y que le otorgan una visión
mercantilista y utilitarista a la educación como el medio por excelencia para
impulsar el desarrollo económico, político y social de una sociedad. Al
respecto, conviene resaltar la siguiente propuesta de índole regional de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL-UNESCO, 1992), de su
documento Educación y conocimiento: eje de la transformación productiva con
equidad. En lo referente a la educación superior, es evidente que se considera
fundamental la producción de conocimiento científico-tecnológico, que responda
a los requerimientos de las sociedades actuales, presionadas por economías
abiertas y competitivas:
1) Reforzar la vinculación entre la educación superior (universidades)
y el sector productivo. 2) Diversificar la oferta y ampliar la aceptación de
estudiantes no tradicionales, tomando en
cuenta las necesidades del mundo del
trabajo. 3) Generar nuevas modalidades de institucionalización para la
investigación científica. 4) Una formación compatible con las exigencias del
desarrollo económico, científico-técnico y profesional, que lleve a una
exitosa inserción internacional de los países. Desde luego, estos
planteamientos son directrices difíciles
de llevar acabo en las IES, sobre todo
en un país como México, en el cual existe poca inversión en la investigación y
débil relación con el sector productivo. No obstante, ante el nuevo gobierno
2018-2023, existe el interés de tener una nueva relación sociedad,
investigación y sector productivo.
A pesar de la importancia que adquiere la educación como eje de la
trasformación social y del desarrollo económico, una realidad en el caso de la
UNESCO, de acuerdo con Mundy y Madden (2014), es que nunca ha contado con el
personal ni recursos necesarios para brindar una asesoría coherente y
sustantiva sobre políticas para cada Estado miembro. Su mandato, se restringe, a
coordinar foros de debate sobre temas emergentes y como promotora, en lugar del
papel de líder de nuevas redes y alianzas. No obstante, mediante éstas últimas
ha logrado desarrollar iniciativas modestas de movilidad e intercambio
internacional. En ese sentido, nos parece que los esfuerzos de transformación
en las IES, en la mayoría de los casos se han encaminado a la puesta en marcha
de propuestas que están escasamente fundamentadas y coordinadas en un marco
amplio en materia de planeación educativa.
En relación a la OCDE, de acuerdo con Schuller y Vincent-Lancrin (2014)
promueve políticas de aplicación general, y quizá son contrapuestos a los
intereses de algunos países. De entrada está de por medio que sólo aplica a
países integrantes del referido organismo. Por otra parte, nos parece
importante señalar que en el caso de México, generalmente han prevalecido las
copias de recetas y modelos del exterior, poniendo escasa atención a los
diversas situaciones que prevalecen en las diversas regiones que conforman el
territorio, como por ejemplo, comunidades compuestas por indígenas y campesinos
que requieren de un modelo de formación pedagógico distinto al que ha imperado
por largas décadas. No omitimos que existen esfuerzos institucionales por
reconocer la variable intercultural como un mecanismo de soporte e innovación
en la enseñanza-aprendizaje, pero consideramos que han sido insuficientes dado
el rezago educativo que prevalece en nuestro país.
De acuerdo con CONEVAL (2015); Román (2015), son 32 millones de personas
y se encuentran distribuidos de la forma siguiente: 5.4 millones de
analfabetas, 10 millones de personas que no han terminado la primaria y 14
millones más sin secundaria terminada. Asimismo, 7 de cada 10 personas
analfabetas residen en nueve entidades: Veracruz, Chiapas, Estado de México,
Oaxaca, Puebla, Guerrero, Guanajuato, Michoacán y Jalisco, afectando
principalmente a grupos de indígenas y mujeres, como anteriormente lo
señalábamos.
Sin embargo, hay que prestar atención a las
transformaciones en materia de las tendencias mundiales en las que otros países
que están dictando las reglas del mercado como los integrantes del BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y otras economías emergentes) y en los cuales la
OCDE, no puede excluirlos de sus análisis. Sin lugar a dudas, es amplio el
marco de las reformas y mecanismos mediante los cuales se deben realizar
mejoras en las IES, (Schuller y Vincent-Lancrin 2014). En efecto, se han
llevado reformas educativas, pero por lo señalado en párrafos anteriores nos conducen
a la reflexión de que en las instituciones de educación superior mexicanas, lo
que más ha prevalecido son iniciativas que sólo se restringen a programas
parciales de actualización del currículum o bien de los docentes que se
circunscriben a la obtención de grados académicos. Esto último genera una
búsqueda constante de mayores puntajes por lograr productividad académica en el
sentido de mercado, más que de conocimiento. Situación que no deja de ser
importante, pero no tiene un impacto positivo en la calidad educativa. Por su
parte, los nuevos programas u ofertas académicas que se ponen en marcha carecen
de una articulación entre el modelo de enseñanza y la investigación, tampoco
toman en consideración el crecimiento o situación del sector industrial del
país y su relación con la demanda del mercado laboral.
Procesos de Transformación de las IES
Un hecho claro y
contradictorio es que se discute el sentido de la Universidad y la educación desde una falsa oposición al mercado laboral y los
problemas del desarrollo social, lo que ha generado grandes confusiones. Es
decir, el análisis costo-beneficio no se ha resuelto (Couturier y Noriero,
2012). Mucho menos la cuestión del desarrollo y diversas connotaciones: rural,
sustentable, con equidad, rostro humano, perdurable, entre otros. Y es que a
pesar de las grandes transformaciones y directrices que hemos hecho referencia
anteriormente, la universidad de acuerdo con De Sousa, será menos hegemónica,
pero no menos necesaria de lo que fue en los siglos pasados, es decir,
su
especificidad en cuanto bien público reside en ser la institución que liga el
presente con el mediano y el largo plazo por los conocimientos y por la
formación que produce y por el espacio público privilegiado para la discusión
abierta y crítica que constituye (2005:93).
De manera que es conveniente revisar los postulados teóricos desde el cual debe
intervenir el Estado con la universidad y la sociedad. El sentido
utilitarista de la educación debe ser cuestionado, lo mismo que la democracia, autonomía e
institucionalidad de la universidad. La competencia desleal que se promueve al
interior de las universidades con los diversos grupos de investigación por
obtener el mayor presupuesto y financiamiento en sus investigaciones, es una
necesidad apremiante que necesita redefinirse. Por ello, creemos que la
planeación como práctica, es de gran trascendencia, y que a continuación
desarrollamos.
Sentidos y significados de la praxis y
práctica de la planeación
La planeación, desde su concepción clásica y
su aplicación en el terreno educativo, siempre ha pretendido resolver
problemas. En este quehacer ha evolucionado, agregando nuevos conceptos y
fortaleciendo sus diferentes ámbitos articuladores sin perder de vista su
esencialidad: la búsqueda de soluciones para lograr objetivos. Si partimos de
la concepción de que el logro de objetivos es la finalidad de la planeación, es
un hecho que esos objetivos no se alcanzan por sí mismo, sino que necesitan de
la actividad humana para lograrse. Es decir, no hay avance si no es por a las
acciones de los miembros que conforman la organización –entiéndase por avance,
al movimiento que nos acerca paulatinamente al logro de los objetivos–. Podemos
entonces decir que toda planeación, como materia prima, necesita de recursos
humanos y que éstos realicen determinadas acciones y posean actitudes y
habilidades específicas. En ese sentido, la mayoría de los modelos recientes de
planeación universitaria lo reconocen y es por eso que siempre contemplan a los
individuos como parte fundamental para el logro de objetivos. Podemos entonces
sostener una primera tesis: toda planeación, -tal vez en un forma ideal-, busca
una praxis. Es decir, toda planeación pretende que sus sujetos actúen y piensen
de tal forma que tanto ellos, como la organización logren sus metas en forma
conjunta. De esta idea parten as
estrategias relacionadas al Cambio organizacional y motivacional que
frecuentemente implementan las instituciones para sus miembros.
Pero, ¿Qué entendemos por praxis? Danco Girlik
(1975), define a ésta como un proceso omnicomprensivo, es decir, una teoría que
comprende la práctica y una práctica que comprende a la teoría[1]. Al respecto, es preciso tener cuidado,
pues se corre el riesgo de reducir el concepto de praxis a una yuxtaposición
entre teoría y práctica, situación que nos puede llevar a pensar que cualquier
acción basada en un conocimiento teórico se vuelve praxis o que cualquier
conocimiento que se aplica se realiza como praxis. Es por eso que el autor en
mención, señala una serie de características que son inherentes a dicho
concepto: la praxis necesariamente está anclada en las coordenadas de un tiempo
y espacio determinados y comprende un fin transformador consiente que ha sido
planeado y que irrumpe en la realidad ideal y material. Contrario al concepto
de praxis, Grlik describe una actividad teóricamente vacía, que se adapta al
mundo doblándose ante las contingencias naturales y sociales. Es un estado
pasivo donde el ser humano queda en segundo lugar respecto a las fuerzas
exteriores. Una diferencia importante entre una y otra radica en que la primera
no se limita a cambiar de forma la materia, sino que realiza en ella su fin[2]
Para efectos de este trabajo retomamos las
características de la praxis mencionadas por Grlik y las contrapondremos al
concepto de práctica. Ver cuadro 1.
Cuadro 1. Definición, características y objetivos de
la praxis y práctica
|
Practica |
Praxis |
|
Definición |
|
|
Es una actividad
simple |
Es una actividad que
refleja contenido teórico |
|
Características |
|
|
Es un estado |
Es un proceso |
|
Inconsciente |
Consciente |
|
No comprende ni
tiempo ni espacio |
Anclada en un tiempo
y un espacio |
|
Es dogmática |
Es crítica |
|
No planeada |
Planeada de antemano |
|
Objetivos |
|
|
Permanecer inactivo
en lo existente |
Intervención activa |
|
Adaptación al mundo |
Transformación
efectiva del mundo |
|
Cambia la forma de
la materia |
Cambia la forma de
la materia al realizar su fin |
Fuente: Elaboración
propia con base al texto Praxis y dogma de Girlik
(1975)
Con
base a lo anteriormente expuesto, podemos observar que entre práctica y praxis,
hay un movimiento dialéctico que va dependiendo de cómo se vayan tornando las
características y los objetivos entre una y otra. No debemos entender ambas
como dos espacios separados, sino como entidades que se comprenden a sí mismas.
En la praxis, su carácter teórico, al estancase y perder su carácter crítico,
se vuelve práctica. Así mismo el papel teórico, debe comprender un tiempo y un
espacio que se dirijan en un proceso de transformación.
En
efecto, en los terrenos de la planeación pasa algo similar. Como ya vimos, toda
planeación universitaria le apuesta a una praxis humana para el lograr sus
objetivos. Esto es la búsqueda de una transformación paulatina que contemple un
contexto social e historicidad determinados, basada en un proceso de
intervención activa por parte de sus miembros conscientes. Además pretende una
actitud crítica que le va a permitir resignificar constantemente su dimensión
teórico-práctica.
Desafortunadamente
esto es difícil de lograr y mantener, ya que regularmente la planeación
universitaria cae en la simpleza de los terrenos prácticos. Esto se ve cuando
los integrantes de determinado espacio social-organización, institución, en
nuestro caso la UACh-, han perdido la conciencia de sus acciones, estancados en
un estado dogmático teórico de cómo pensar y cómo hacer las cosas. También se
refleja en su actuar, una atemporalidad que ha olvidado su desarrollo histórico
y una desvinculación con los contextos que los rodean: se miran separados y
autónomos, ajenos a lo que sucede en el exterior ilusorio. En este punto los sujetos se vuelven cada vez más objetos ante las fuerzas de su entorno;
ya no planean, solo se adaptan a lo que viene, permaneciendo pasivos en lo
existente.
Lo
anteriormente dicho, es una realidad que se vive en la UACh y en la mayoría de
sus sectores universitarios: estudiantes, profesores y trabajadores. Esto se
debe básicamente al papel que juega tanto la teoría como la práctica en una sociedad
en la que todo lo que no es útil, no sirve. Lo cierto es que, en general podemos afirmar que
todos los días realizamos algún acto de planeación, es decir, desde que nos
levantamos por la mañana, programamos el tiempo para el desayuno, la jornada
laboral, estar con la familia, hacer alguna actividad lúdica o deportiva. En
suma, para realizar cada acto cotidiano desde el amanecer hasta el anochecer.
Planeamos estratégicamente con la finalidad de aprovechar al máximo el tiempo a
fin de aumentar la eficiencia de nuestras actividades en cada ámbito de nuestro
espacio social. Como sujetos sociales estamos inmersos en una estructura que
delinea la forma en que debemos realizar cada acto de manera que resulte
óptimo. La planeación, se convierte en un instrumento necesario para dar
orientación y seguimiento a todo lo que nos rodea, con mayor énfasis cuando se
trata de nuestra participación en espacios institucionales como la educación en
el nivel medio superior, superior y de posgrado. Ya que resulta crucial en el
corto, mediano y largo plazo, lograr mejorías en las diversas funciones
sustantivas y adjetivas institucionales. Sin duda, de acuerdo a Goodstein, Nolan y
Pfeiffer, la planeación es el “proceso de establecer objetivos y escoger
el más apropiado para el logro de los
mismos, antes de emprender la acción” (1998:5). En relación a la planeación
estratégica, concuerdan en que es el “proceso mediante el cual los miembros
guía de una organización prevén su futuro y desarrollan los procedimientos y
operaciones necesarias para alcanzarlo”(Ibib:5).
En la UACh, se cuenta con un instrumento de
planeación Plan de Desarrollo Institucional (PDI) que orienta las rutas en las
funciones sustantivas y adjetivas de la universidad del 2009 al 2025. La
estructura de la matriz programática cuenta con 4 objetivos estratégicos, de
los que se desprenden 15 ejes estratégicos, con sus respectivas políticas
rectoras que en total suman 62, a su vez surgen 1 o 10 líneas de desarrollo, de
las que se desprenden sus programas, 72 en total, y las estrategias que oscilan
entre 2 y 10.
El
PDI, fue elaborado a partir de un modelo de planeación que metodológicamente se
fundamenta en el singular perfil y modelo institucional de la UACh, que hacemos
mención a lo largo del texto. En éste podemos encontrar una síntesis del
establecimiento de todas las aspiraciones sociales, la ética institucional, sus
valores y las finalidades que deben cultivarse en los estudiantes como futuros
profesionistas. También contempla el modo de organización adecuada para la
realización de su quehacer institucional frente a los retos futuros y cómo se
concibe la planeación y la transformación por medio de un enfoque critico que
permita la renovación y resignificación de todo lo anterior. Esta parte teórica
–el qué y el para qué– nos habla de una conciencia histórica y una actitud
crítica ante el presente; es muy enriquecedora y refleja los nuevos retos.
Respecto
al cómo, el PDI se centra en el
apartado VI “El proceso de instrumentación, seguimiento y evaluación del PDI”, donde
se menciona cómo se va a llevar a cabo lo pretendido en la parte teórica. En
este apartado se contemplan los planes operativos anuales que están supeditados
a la estructura de la matriz programática. También se estipula la creación de
la Coordinación Institucional del Plan Operativo (CIPO) como principal
organismo cuya función es supervisar, coordinar y evaluar los planes operativos
correspondientes.
Es
menester señalar que si hacemos el ejercicio de comparar la parte teórica y la
práctica que comprende el PDI, la segunda se quedaría muy corta: las
estrategias para operativizarlo son insuficientes. Aquí surgen dos problemas
respecto a la operatividad: el primero sale a relucir cuando se faculta a cada
uno de los departamentos para atender y diseñar sus propias responsabilidades
de desarrollo, generando una excesiva libertad de acción y compromisos que sólo
quedarán en el tintero. La segunda sería pretender estandarizar la operatividad
a todos los departamentos, unificando los procedimientos que pongan en riesgo
la diversidad y las necesidades que demandan los diferentes requerimientos de
cada instancia.
Estos
dos problemas colocan al modelo de planeación de la UACh en muchos conflictos y
frenan el logro de sus objetivos. Se refleja aquí el desfase entre lo que se
comprende en la parte teórica del PDI y el cómo se logra. La contradicción
radica a que a partir de lo teórico se aspirara a una praxis, mientras que en
lo práctico se quedara en simples consideraciones vacías de toda operatividad.
Esta desarticulación entre lo que se dice que se va a hacer y lo que se hace,
en los terrenos de la planeación universitaria, tiene sus raíces en ámbitos más
profundos en la cual nace la planeación misma. Nos referimos al enfoque teórico
que se ha desarrollado en una cultura utilitarista e instrumentalista.
Independientemente de lo anterior, cabe
mencionar que se valora altamente por la comunidad universitaria[3], el hecho de contar con el PDI, pero consideramos que
en materia de planeación no ha logrado tener el impacto en cuanto a la
transformación de la universidad en sus diversas funciones. Primero, porque la
cultura de la planeación no es algo dado en la universidad y segundo, porque el
PDI, carece de suficiencia en su visión y misión, es decir, no está claro que
es lo que se quiere ni a donde llegar en el referido instrumento de planeación
que dé respuesta al qué y el para qué, respondiendo con ello en el plano
teórico. Conceptos a alcanzar como calidad, pertinencia, desarrollo, prestigio,
cobertura, entre otros términos, son ejemplos del alimento teórico que nos va a
indicar el sentido de la planeación. El cómo encierra el aspecto práctico, que
ya hemos hecho referencia con anterioridad, es decir, nos señala qué hacer para
lograr todo lo conceptualizado, cómo operativizar para lograr los objetivos.
Aunado a ello, en el PDI, tampoco está definido el quién, es decir, las
responsabilidades que necesariamente debe tener un “guía o jefe” de cada
instancia de la estructura orgánica que conforma la UACh, para ejecutar los
diversos procesos en materia de planeación de las actividades sustantivas.
Los intentos de planear entonces, se
convierten en compusturas, medidas inmediatistas sobre la marcha. Es decir, responden a
criterios de exigencias externas en cuanto a los procesos de acreditación de
las carreras que se imparten; por ejemplo, del CONACyT, para obtener las
promociones de permanencia en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad
(PNPC). Al respecto, es un logro tener las licenciaturas e ingenierías
acreditadas por sus respectivos organismos, así mismo que el 100 por ciento de
los programas de posgrado en la UACh, esten en el PNPC. Pero no se traduce en
mejores estudiantes y egresados para el mercado laboral. Nos parece que
necesariamente se deben encaminar
procesos de planeación en los que se tengan resultados medibles sobre
variables que no están del todo resueltas en la UACh, como son: proporción de
estudiantes del medio rural e indígenas que continúan con estudios de posgrado; profesores por área
o línea de investigación y su impacto en desarrollos tecnológicos; trabajadores
administrativos en edad de jubilación y mecanismos de reemplazo pertinente con
base a perfiles que acrediten competencias y habilidades, lo que implica la
actualización de los profesiogramas que hoy son caducos ante la aparición del
uso de las tecnologías de información y comunicación.
La utilidad en términos económicos, sociales,
políticos, culturales y sobre todo de formación en materia de investigación y
docencia de los diversos unidades de producción (6 ranchos), así como de los
centros de validación de tecnología con que cuenta la Universidad, no están
suficientemente utilizados para incidir en el desarrollo tanto de los
estudiantes como del sector social al que se articula la UACh, que de acuerdo a
la Ley que la crea de acuerdo al artículo 3º fracción VII, que al letra dice:
“Artículo 3º.- La
Universidad Autónoma Chapingo tiene como objetivos: I. Impartir educación de
tipo superior- técnico, de licenciatura y de posgrado para formar personal
docente, investigadores y técnicos con juicio crítico, democrático,
nacionalista y humanístico que los capacite para contribuir a la solución de
los problemas del medio rural. También si la Universidad lo estima
conveniente, podrá prestar enseñanza a nivel medio. (Subrayado del autor)
Fracción VII.
Procurar, en coordinación con otras instituciones de carácter agrícola, una
adecuada planificación de la agricultura, especialmente de la de temporal,
atendiendo a los aspectos ecológicos, de crédito, mecanización agrícola,
perfeccionamiento de sus técnicas de producción e industrialización,
fertilizantes, sanidad vegetal, seguridad agrícola, comercialización agrícola,
formas de organización, servicios asistenciales y otros, a fin de elevar la
productividad, ingresos y nivel de vida de los campesinos y otros
trabajadores del campo”. (1974:3) (Subrayado del autor).
Suficientemente claro se señala son los
sujetos y actores del medio rural mexicano: campesinos e indígenas, no excluye
a los mestizos, sin embargo, es un hecho que en las últimas décadas la orientación
en materia de ciencia y tecnología está encaminada hacia el sector empresarial
compuesto en su gran mayoría por éstos últimos.
Nos parece importante en ese sentido, que los
procesos en los que se amerita reorientar la planeación educativa, para fomentar
competencias, en el sentido de la movilización de recursos cognitivos, y que
engloban 10 acciones que acertadamente desarrolla Perrenoud, P (2004), aunque
no implica que sean las únicas: 1. Organizar y animar situaciones de
aprendizaje; 2. Gestionar la progresión de los aprendizajes; 3. Elaborar y
hacer evolucionar los dispositivos de diferenciación; 4. Implicar a los alumnos
en sus aprendizajes y trabajo; 5. Trabajar en equipo; 6. Participar en la
gestión de la escuela; 7. Informar e implicar a los padres; 8. Utilizar las
nuevas tecnologías; 9. Afrontar los deberes y dilemas éticos de la profesión;
10. Organizar la propia formación continua.
Definitivamente los diez puntos dan cabida a
una discusión amplia entre detractores que pueden argumentar en el caso de la
UACh, que se les proporciona a los estudiantes en virtud de su modelo
educativo. Lo cierto, es que en los hechos reales hace falta desarrollar
habilidades pedagógicas, de articulación
de su quehacer con la sociedad, en el proceso de formación que a los
estudiantes los aproxime a los problemas reales de los sectores productivos, al
mismo tiempo que propicie una conciencia social en aras de una convivencia
armoniosa ante el contexto actual de múltiples crisis que hemos señalado con anterioridad, y que tienen grandes
repercusiones en el tipo de educación que se imparte en la UACh y que se ha trasformado a la vez que acentuado.
La Universidad
Autónoma Chapingo, y sus ejes de transformación
La oferta educativa ha transitado por diversas
modificaciones que responden a criterios de acreditación, calidad y excelencia,
mediante evaluaciones dirigidas por instituciones que responden a las
directrices de organismos e instituciones que hemos mencionado con
anterioridad. En la actualidad se cuenta con programas de licenciatura y de
ingeniería acreditados, por sus respectivas agencias acreditadoras. A su vez el
cien por ciento de los programas de posgrados
cumple con las normas y criterios
de evaluación establecidos por el
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (14 maestrías y 11 doctorados). Externamente, los indicadores
muestran una universidad y un modelo educativo con pertinencia, congruencia y
relevancia con las demandas del mundo científico-tecnológico y del mercado
laboral.
No
obstante, consideramos que se carece de un seguimiento interno de evaluación de
las funciones sustantivas y adjetivas que responda con la naturaleza de la
UACh. Es decir, el punto de partida es poner a debate y discusión los ejes y
valores establecidos en el Estatuto
universitario y de la Ley que lo crea, así como su vigencia y pertinencia.
Al
respecto vale retomar lo señalado en el Estatuto Universitario que a la letra
dice
“Artículo 96º.- La
U.P.O.M. tendrá como funciones las de planificar y racionalizar los recursos,
planear el presupuesto y auxiliar a los Departamentos y Divisiones en la
elaboración de planes específicos, a petición de éstos”. (Estatuto
Universitario S/F:21)
La
Unidad de Planeación Organización y Métodos (UPOM), que hace referencia el
Estatuto Universitario, especifica a esta instancia como la responsable de
asesorar los procesos de planeación en la UACh, y en efecto, el PDI 2009-2025,
realizado por esta instancia, es un instrumento de planeación que amerita
revisión y actualización de acuerdo al contexto. Los diagnósticos: interno y
externo, que le dieron sustento, han transitado por una serie de
transformaciones que ya hemos hecho referencia. Y efecto, todo proceso de
planeación, aunque no lo señale el Artículo 96, del Estatuto Universitario,
consideramos debe ser medible y evaluado para mejorar el modelo educativo que
sustenta la UACh.
Y
es que no tenemos la duda de que existen criterios e indicadores, que evalúan
las actividades de docencia e investigación así como de la estructura
administrativa. Pero internamente no se refleja en un desempeño óptimo de su
planta docente, de los estudiantes y los trabajadores. En el caso de la
docencia, no están definidas variables e indicadores sobre cargas académicas y
su relación con las líneas de investigación, en los programas de licenciatura y
posgrado. Tampoco las asesorías y su impacto en la deserción escolar a nivel
preparatoria y en licenciatura. En relación a las asignaturas que se imparten
en los diferentes DEIS, Divisiones, Unidades Regionales o Programas de Posgrado
de la UACh, son actualizadas bajo la revisión de un cuerpo o núcleo académico y cumplen con algunos
criterios de acuerdo con la instancia que los evalúa internamente –planes y
programas de estudio, agencias acreditadoras y el CONACyT-, pero en los hechos
reales, los responsables de las asignaturas –docentes- pocas veces actualizan
la bibliografía y no se toma como referente una vez que arranca determinado
curso, de manera que en el proceso de enseñanza-aprendizaje, quedan vacíos
teóricos que son tocados en forma superficial. Quizá porque se espera que en el
posgrado profundicen los conocimientos. No obstante, tampoco hay seguimiento de
los alumnos de la UACh, en cuanto al tipo de posgrado que optan, mucho menos de
los puestos que ocupan una vez que egresan y sí estos tienen relación con los
respectivos programas educativos que la UACh, les proporcionó.
Otros
procesos que vienen a la par y que repercuten en los estudiantes por no tener
claridad en los procesos de enseñanza-aprendizaje y que requieren
planeación en el corto plazo son: formas de evaluación, contenido por unidades,
créditos de la asignatura, y la
necesaria articulación con las demás asignaturas y ejes o líneas de
investigación; sobre todo procurar que el contenido de las asignaturas tengan
congruencia con la demanda del mercado laboral o en su defecto afiance el
modelo educativo, en el sentido de favorecer al campo mexicano. En la misma
perspectiva, la actualización de la bibliografía o innovación en mejorar las
prácticas pedagógicas por parte de los docentes, es una práctica que
escasamente se exige aun cuando existen mecanismos para utilizar las
tecnologías de información y comunicación.
Cuando mucho el esfuerzo de los estudiantes, se circunscribe a pasar
determinada asignatura con la
calificación mínima aprobatoria que es
el 6.6
Aunado
a ello un aspecto de suma importancia, la vinculación, en el proceso de
formación profesional del estudiante con el sector rural, razón y sustento de
la UACh, queda en un segundo plano o incluso en el olvido, para ambos
participantes, ya que estos parecieran que son indiferentes. Tampoco manifiestan preocupación por colaborar de
manera voluntaria y social sin retribución económica con grupos de campesinos y
organizaciones de productores.
Derivado
de lo anterior, en relación con los estudiantes que son aceptados para cursar
preparatoria o propedéutico, en la UACh, surge la importancia de elaborar
estudios a mayor profundidad del perfil de
ingreso de aquellos provenientes del medio rural y los del medio urbano a fin de establecer
indicadores de impacto en los que los alumnos puedan desarrollar sus
habilidades y competencias durante el proceso de formación y después de su egreso. Reconocemos que hay
estudios en la UPOM, de la UACh, que han intentado reflexionar al respecto,
pero han sido insuficientes y de poco alcance institucional, ya que son
descriptivos, pero carecen de un análisis interpretativo y correlacional.
En
relación con los estudiantes de origen rural, se requiere la definición de una
política educativa interna, que los oriente hacia la elección de carreras que
incidan en el entorno del cual provienen: comunidad indígena o de campesinos en transición rural-urbano. Por
ejemplo, los estudiantes de origen urbano, una directriz sería la orientación
para elegir una formación profesional que incida en el desarrollo
urbano-industrial; sin que ello quiera decir que se los excluya de su vínculo
con el medio rural, puesto que este aún está presente en nuestro territorio
mexicano a pesar de su muerte anunciada por las políticas neoliberales en
México.
No
creemos conveniente para la UACh, que continúe bajo una práctica educativa del simulacro; es decir, formar
profesionistas para un medio rural que se ha transformado en términos
demográficos; pero sobre todo, con cambios producidos por el mercado global y
tecnologías de punta, que exigen la aplicación de conocimientos científicos
innovadores para la producción de alimentos. Por lo cual nos parece pertinente señalar, el cuestionamiento que De Sousa
(2005), realiza sobre el impacto de las nuevas tecnologías de información y
comunicación en la Universidad, en la que se pierde el sentido de
territorialidad, es decir, de la
obligatoriedad de la co-presencia
y la comunicación presencial se pasa a la competencia de estar on-line.
En efecto, está abierta la discusión sobre todo, por los procesos que están
implícitos: mayor inversión en infraestructura y equipos de cómputo –sofware- hardware-, que a su vez
requiere de recursos humanos –administrativos y docentes-, con las competencias
necesarias para manejar este tipo de tecnologías con sus respectivos programas.
En el caso de la UACh, los programas de estudio que se han implementado
mediante la modalidad de educación a distancia, consideramos que requieren
profundas adecuaciones en materia de planeación que prevean las condiciones en
el corto, mediano y largo plazo, sobre el mejor aprovechamiento de esta
tecnología, que implica la formación de
profesores expertos tanto en el uso de las redes informáticas como en los
procesos pedagógicos de enseñanza aprendizaje, que son totalmente diferentes a
las actividades presenciales, mismas con mayor experiencia en las universidades
y particularmente en la UACh.
De
ahí, que coincidimos en lo que Planas (2014), ha llamado “adecuacionismo”. Es
decir, las reestructuraciones de planes y programas de estudio, que se realizan
en las IES, tienen una débil relación entre
el proceso de formación y el
empleo, lo que genera un fracaso rotundo.
Por ello, nos parece adecuado, que en el caso de la UACh, está
suficientemente claro su marco de acción, que comprende a los sujetos y actores
del medio rural mexicano. El énfasis por tanto, tiene que ser en una
perspectiva de desarrollo alternativo que reivindique al sector primario, y a
la educación le otorgue el sentido histórico de justicia social y liberadora de
acción y pensamiento. Esta tarea no es nada fácil, porque de entrada quien
ostenta el poder es el mercado internacional, mediante las empresas
transnacionales agroalimentarias; el saber en los últimos años ha sido sometido
por el poder de acumulación y necesariamente implica adecuarlo a un saber
comprometido con el perfil institucional de las IES, y con mayor razón en la UACh,
ante las necesidades de la sociedad.
Evidentemente
la crisis alimentaria y energética, obliga a replantear nuevas pautas para los
estudios rurales y su estrecha relación con el urbano, que den solución a los
problemas del campesinado y el sector
agropecuario en México. De lograr esta situación en nuestra Casa de Estudios,
se contribuiría a garantizar la soberanía alimentaria (SA). Retomamos la
definición de SA, de la propuesta de Vía Campesina:
el
derecho de los pueblos, de sus países o Uniones de Estados a definir su
política agraria y alimentaria, sin dumping frente a países terceros. De tal
forma que la SA, incluye: 1. Priorizar la producción agrícola local para
alimentar a la población, el acceso de los/as campesinos/as y de los sin tierra
a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito. De ahí la necesidad de
reformas agrarias, de la lucha contra los OGM (Organismos Genéticamente
modificados), para el libre acceso a las semillas, y de mantener el agua en su
calidad de bien público que se reparta de una forma sostenible. 2. El derecho
de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder
decidir lo que quieren consumir y, como y quien se lo produce. 3. El derecho de
los países a protegerse de las importaciones agrícolas y alimentarias demasiado
baratas. 4. Unos precios agrícolas ligados a los costes de producción: es
posible siempre que los países o las Uniones tengan el derecho de gravar con
impuestos las importaciones demasiado baratas, que se comprometan a favor de
una producción campesina sostenible y que controlen la producción en el mercado
interior para evitar unos excedentes estructurales. 5. La participación de los
pueblos en la definición de política agraria y 6. El reconocimiento de los
derechos de las campesinas que desempeñan un papel esencial en la producción
agrícola y en la alimentación. (La Vía Campesina, 2003).
La
SA, de nuestro país es una realización
fundamental que fortalecería el mercado laboral de los egresados al vincular la
formación profesional con el
desarrollo de acuerdo a las prioridades
de desarrollo regional, local y comunitario.
Otra
aspecto de gran relevación es la cultura política, entendida como la búsqueda
del bien común; permitiendo el re-pensamiento del desarrollo social desde lo
propio, lo autóctono. El respecto señalan Noriero-Escalante y Victorino-Ramírez
(2019), lo siguiente:
En efecto, re-pensar
la cultura política como una dimensión para el desarrollo, obliga
necesariamente a cuestionar el papel que se le brinda institucionalmente en el
sentido cómo se instrumentan las políticas públicas desde su proyección
temporal: Estado y Gobierno; así como los diversos niveles de gobierno
nacional, regional y local; y no por último menos importante, entre la
coordinación sectorial y multisectorial. Esto significa que la cultura debe
permear todos los niveles y escalas en que se realizan las políticas. En el
caso que nos ocupa, la educación y particularmente en la UACh, la cultura tiene
que ser vista como una forma de integrar componentes de lo social y lo natural,
poniendo énfasis en el sentido de re-pensar el desarrollo y lo rural, con la
visión desde el sujeto y sus formas de producción y reproducción. Preceptos que
implican una discusión a profundidad al margen del pensamiento eurocéntrico. Echeverría,
(2001). Esto significa para nuestras instituciones y
en particular de la UACh, re-pensarnos y buscar alternativas con visiones que
retomen el pensamiento y formas de vida de nuestras propias formas y estilos de
vida (pag. 160).
A MANERA DE CIERRE
¿Es entonces la planeación en el ámbito de las IES un
método inútil que haya que dejar de lado? La respuesta desde luego, es no. De
lo que se trata aquí es de hacer una revaloración de la planeación para poder
identificar sus limitaciones antes de adoptar ciegamente construcciones y
procedimientos preestablecidos y desvinculados con la compleja realidad
universitaria. Solo entonces podremos mirar el quehacer de la planeación desde
perspectivas más generales que abarquen y relacionen otras esferas del conocimiento.
No podemos seguir pensando en la planeación universitaria como un instrumento
rígido ni acabado. De manera que consideramos relevante para el caso de la
UACh, el siguiente cuestionamiento: ¿Desde qué línea de investigación, práctica
docente y programa educativo, se puede
afianzar la pertinencia de formar un agrónomo comprometido con el campo
mexicano y la sociedad rural del México contemporáneo? Desde nuestra
perspectiva y a manera de cierre implica algunas transformaciones en el corto y
largo plazo, en los siguientes aspectos:
Docencia
Investigación
Vinculación
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©2019 por los autores.
Este artículo es de acceso abierto y distribuido según los términos y
condiciones
de la licencia Creative
Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA
4.0) (https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/).
[1]
La dimensión teórico-práctico de la praxis es fundamental pues es su
componente inmediato.
[2] En el texto Praxis y
dogma Girlik (1975),
utiliza la categoría praxis humana para
distinguirla de la praxis simple, ya
que esta última puede referirse a la actividad propia de los animales. Nosotros
solamente recorrimos las categorías llamando praxis a la praxis humana
y practica a la praxis simple
[3] En la UACh, la comunidad universitaria comprende sólo a los académicos y estudiantes, no incluye a los trabajadores administrativos.