https://doi.org/10.35381/e.k.v8i15.4447

 

La Guajira colombiana: Escenario de transformación desde el turismo y las energías limpias

 

The colombian Guajira: A scenario of transformation from tourism and clean energies

 

 

 

Armando Alvarado-Pacheco

armandoap10@yahoo.es

Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, Barranquilla, Atlántico

Colombia

https://orcid.org/0000-0002-5324-6325

 

Eliana Constanza Ávila-Gutiérrez

elianaavila@uniguajira.edu.co

Universidad de la Guajira, Riohacha, La Guajira

Colombia

https://orcid.org/0000-0002-3976-3182

 

 

 

 

Recepción: 10 de junio 2024

Revisado: 15 de septiembre 2024

Aprobación: 15 de diciembre 2024

Publicado: 01 de enero 2025

 

 

 


 

RESUMEN

El objetivo del artículo es analizar cómo el turismo y las energías limpias pueden actuar como catalizadores de cambios trascendentes en la región, resaltando la función crucial que desempeña la educación en este proceso transformador. Metodológicamente, se fundamenta en un estudio documental-bibliográfico con enfoque narrativo y descriptivo. Se examinaron fuentes bibliográficas en repositorios académicos como: Scielo, Redalyc y Dialnet. Los resultados indican que la implementación de una estrategia que articule el turismo y las energías renovables como ejes fundamentales constituye una oportunidad estratégica para redefinir el desarrollo de la región, siempre privilegiando un enfoque que impulse la sostenibilidad, la inclusión social y la preservación de la diversidad cultural. Apostar por esta vía implica comprender los desafíos históricos que enfrenta La Guajira y visualizarla como un escenario donde la riqueza cultural, el entorno natural y el progreso económico coexisten armoniosamente, proyectando la región como un caso de desarrollo integral y equilibrado.

 

Descriptores: Turismo; actividad turística; energías limpias; energías renovable; Guajira Colombiana. (Tesauro UNESCO).

 

ABSTRACT

The objective of this article is to analyze how tourism and clean energies can act as catalysts for transcendental changes in the region, highlighting the crucial role played by education in this transformative process. Methodologically, it is based on a documentary-bibliographic study with a narrative and descriptive approach. Bibliographic sources were examined in academic repositories such as Scielo, Redalyc and Dialnet. The results indicate that the implementation of a strategy that articulates tourism and renewable energies as fundamental axes constitutes a strategic opportunity to redefine the development of the region, always favoring an approach that promotes sustainability, social inclusion and the preservation of cultural diversity. This approach implies understanding the historical challenges facing La Guajira and visualizing it as a scenario where cultural wealth, the natural environment and economic progress coexist harmoniously, projecting the region as a case of comprehensive and balanced development.

 

Descriptors: Tourism; tourism activity; clean energy; renewable energies; Colombian Guajira. (UNESCO Thesaurus).


INTRODUCCIÓN

En un contexto global caracterizado por retos como el cambio climático, la pobreza, la acelerada urbanización y las múltiples desigualdades -económicas, sociales, culturales y tecnológicas-, surge como una prioridad la necesidad de construir alternativas de desarrollo que se articulen en torno a la revalorización de los territorios (González, 2024). Este enfoque, no solo engloba el desarrollo sostenible, sino también una redistribución y reconfiguración consciente de los espacios urbanos y rurales, lo que demanda una reflexión profunda sobre cómo se habita y se gestiona el entorno. Pero ¿cuáles son los factores clave que impulsan esta transformación y por qué reviste tanta importancia en la actualidad?

Uno de los principales impulsores de este cambio es la creciente crisis medioambiental, la cual se ha intensificado en las últimas décadas debido a diversas causas. Entre las más relevantes destacan la sobreexplotación de los recursos naturales, la degradación de los ecosistemas, el avance en los procesos de desertificación, la disminución de la biodiversidad y las consecuencias asociadas al cambio climático. Este panorama demanda una planificación territorial orientada hacia la sostenibilidad y la resiliencia (Aguilar, 2023).

Lo planteado implica llevar a cabo estrategias concretas de acción e inclusión territorial, tales como la protección de áreas naturales, el impulso a las energías renovables y el desarrollo de infraestructura verde en entornos urbanos, con un enfoque centrado en factores como la sostenibilidad urbana, el ordenamiento ecológico y el reconocimiento de los llamados derechos de la naturaleza (Torres, 2019). Según reportes recientes de entidades internacionales, los territorios que adoptan este tipo de medidas, no solo logran reducir los impactos ambientales, sino que también elevan la calidad de vida de sus comunidades.

Otro factor crucial es el crecimiento demográfico y la urbanización. Según la Secretaría de la CMNUCC (Secretaría de la CMNUCC, 2022), actualmente, más del 55% de la población mundial vive en áreas urbanas, y se espera que esta cifra supere el 68% para 2050. Este fenómeno plantea retos significativos, como la necesidad de viviendas accesibles, transporte eficiente y servicios básicos adecuados. La transformación territorial, en este sentido, busca equilibrar el desarrollo económico con la inclusión social, asegurando que nadie quede rezagado en el proceso.

En el ámbito rural, la transformación territorial adquiere una perspectiva distinta pero no menos significativa. La despoblación y el desuso de estas regiones constituyen retos constantes en diversas partes del mundo. Ante este panorama, González (2024) señala que, han empezado a tomar fuerzas iniciativas orientadas a revitalizar estos espacios mediante la transferencia a la microeconomía, así como a las escalas regional, provincial y local, de la responsabilidad de impulsar la generación de empleo, reducir el desempleo e incentivar nuevas actividades económicas, destacando el turismo sostenible y las energías renovables como pilares clave.

El turismo, particularmente el conocido como turismo sostenible, se posiciona como una herramienta clave para revitalizar los territorios. Este modelo tiene como propósito reducir al mínimo el impacto ambiental, respetar las tradiciones y culturas locales, y generar beneficios económicos para las comunidades anfitrionas. Como señalan London et al. (2021), esta actividad económica, no solo busca promocionar sus efectos positivos, sino también tomar en cuenta las consecuencias negativas que pueden derivarse para los recursos naturales tanto presentes como futuros.   

Cabe destacar que, en regiones como América Latina, caracterizadas por su gran riqueza cultural y natural, el turismo sostenible tiene el potencial de impulsar el desarrollo al atraer a viajeros interesados en experiencias auténticas y responsables. Sin embargo, este modelo demanda una planificación y gestión meticulosa para prevenir la sobreexplotación de los recursos o el turismo masivo, que podrían dañar, tanto el medio ambiente, como a las poblaciones locales.

Por otra parte, las energías renovables o de menor impacto ambiental, como la solar, la eólica y la hidráulica, representan una alternativa efectiva, no solo para disminuir la contaminación, sino también para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y atenuar los efectos del cambio climático. Este fenómeno, intensificado por actividades humanas, está directamente relacionado con el efecto invernadero y se ha consolidado como uno de los desafíos globales más urgentes del siglo XXI (Ibarra, 2018; Caraballo y García, 2017). Adoptar estas fuentes de energía, no solo favorece la sostenibilidad del medio ambiente, sino que también abre las puertas a nuevas oportunidades económicas a nivel local. El desarrollo de infraestructuras energéticas limpias puede impulsar la creación de empleos, disminuir los costos de producción energética y permitir el acceso a electricidad en zonas aisladas. Asimismo, este tipo de tecnologías suele integrarse con mayor armonía en los ecosistemas, evitando generar impactos significativos.

Ahora bien, cuando se conjugan el turismo y las energías renovables, los beneficios se potencian considerablemente. Un claro ejemplo de esto es el avance de destinos turísticos que se abastecen mediante fuentes limpias, lo que no solo refuerza el compromiso de los territorios con la sostenibilidad, sino que también atrae a un número creciente de viajeros interesados en reducir el impacto ambiental de sus estadías. Por otro lado, la adopción de energías alternativas puede estimular aún más el turismo, especialmente en áreas rurales, ya que las pequeñas instalaciones pueden llegar a ser autosuficientes en términos energéticos (Lastra et al., 2015). Asimismo, su implementación podría convertirse en un referente para diversas comunidades e industrias.

Sin embargo, este proceso enfrenta numerosos retos. Entre ellos, destacan la carencia de infraestructura adecuada, la resistencia al cambio en ciertos sectores de la población, y los elevados costos iniciales asociados a las tecnologías renovables. Para enfrentar estas barreras, como exponen Madroñero y Guzmán (2018), es fundamental implementar políticas públicas dirigidas a promover soluciones sostenibles de carácter local, enfocadas en mejorar las condiciones económicas, sociales y medioambientales de las comunidades. De la misma manera, es crucial impulsar una educación que fomente transformaciones en los hábitos y patrones de comportamiento, posibilitando así cambios estructurales en la sociedad.

En el marco de lo señalado, es evidente que el territorio peninsular de La Guajira colombiana, con su impresionante riqueza cultural, sus paisajes inigualables y su vasta biodiversidad, cuenta con un enorme potencial para convertirse en un modelo de desarrollo sostenible. Esto abre la puerta a nuevas oportunidades de progreso socioeconómico a través del impulso al turismo y la promoción de energías limpias.

Sin embargo, tanto el sector turismo como el de energías limpias en esta región, aún se encuentran en una fase incipiente; su desarrollo no ha alcanzado la solidez ni el impacto deseado. A pesar de las maravillas naturales y la riqueza cultural que caracterizan esta área, ubicada al norte de Colombia y del continente sudamericano, estas no se han aprovechado plenamente para el disfrute, tanto de locales, como de visitantes. Tal vez, el desarrollo de estos segmentos de la economía regional ha carecido de una adecuada gestión y articulación desde las políticas públicas, tanto a nivel nacional como territorial. Para alcanzar ese objetivo, resulta imprescindible una mayor inversión del Estado.

Por lo tanto, el turismo y las energías limpias pueden combinarse como una estrategia conjunta para fomentar el desarrollo humano sostenible en las zonas rurales (Jiménez, 2014). Particularmente en La Guajira, un territorio con el potencial para implementar un modelo en el que el progreso económico y la sostenibilidad convivan en equilibrio, evidenciando que es viable prosperar sin comprometer la preservación del medio ambiente ni la valorización de las tradiciones culturales locales.

Los planteamientos presentados invitan a reflexionar sobre las siguientes interrogantes: ¿Cómo el turismo y las energías sostenibles pueden convertirse en motores de transformación para La Guajira, en Colombia? ¿Cuál es el papel de la educación en este proceso transformador? Estas preguntas constituyen el eje central de este análisis, que tiene como objetivo explorar el impacto del turismo y las energías limpias como promotores de cambios significativos en la región, resaltando el protagonismo de la educación dentro de esta dinámica transformadora. La premisa principal es que, aunque turismo y energías sostenibles parecen conceptos distintos, convergen en un aspecto esencial: su capacidad para impulsar el desarrollo económico, fortalecer el bienestar social y garantizar el cuidado del medio ambiente.

 

MÉTODO

Con la intención de cumplir con el objetivo de investigación, se llevó a cabo una revisión narrativa de enfoque descriptivo. Este tipo de revisión bibliográfica busca actualizar la información disponible sobre temas de interés en áreas que experimentan una constante evolución (Manterola et al., 2023). En esta ocasión, se exploró cómo el turismo y las energías limpias pueden funcionar como catalizadores de transformación en La Guajira colombiana. Según lo sugerido por Barrera et al. (2024), esta metodología reúne diversos estudios pertinentes al estado actual del tema objeto de estudio y, a diferencia de otras aproximaciones, permite abordar una amplia diversidad de diseños de investigación. Esto la convierte en una herramienta valiosa para enriquecer la profundidad del análisis conceptual y/o temático, destacándose por su carácter principalmente narrativo.

En este contexto, y considerando las contribuciones realizadas por Barrera et al. (2024) y Vera (2008), los pasos ejecutados para llevar a cabo la revisión fueron los siguientes: 

-        Planteamiento del problema de investigación, que implicó formular la pregunta: “¿Qué investigaciones existen sobre turismo y energías limpias como agentes de transformación en La Guajira colombiana?” 

-        Definición del propósito de la revisión. 

-        Realización de una búsqueda automatizada en bases de datos que abordaran la pregunta, teniendo en cuenta repositorios bibliográficos, palabras clave, así como criterios de inclusión y exclusión. 

-        Análisis inicial y selección de estudios relevantes tras una revisión del título y el resumen, acorde con la pregunta planteada. 

-        Lectura detallada de los artículos seleccionados empleando criterios establecidos.

-        Recopilación de información y análisis de datos esenciales para responder a la pregunta de investigación. 

-        Sistematización de la información y elaboración de conclusiones correspondientes. 

-        Redacción del informe en formato de artículo científico.

 

Para llevar a cabo la revisión, se consultaron varias bases de datos académicas especializadas, entre las que destacan Scielo, Redalyc y Dialnet, así como documentos legales y gubernamentales. Se emplearon como palabras clave los términos “turismo”, “turismo sostenible”, “energías limpias”, “energías renovables” y “Guajira colombiana”. Los criterios definidos para la selección de los estudios incluyeron investigaciones publicadas en revistas científicas indexadas, redactadas en idioma español y accesibles a través de las bases de datos mencionadas. Además, los documentos seleccionados debían estar relacionados con la temática central del estudio, contar con acceso al texto completo y estar en concordancia con la pregunta de investigación y el objetivo planteado.

Asimismo, se dejaron fuera los documentos publicados que no permitían acceso al texto completo, los escritos en idiomas distintos al español o que no trataban temas relacionados al estudio. Este proceso de selección, guiado por criterios predefinidos, permitió depurar la información y limitar los artículos relevantes para el análisis y la elaboración narrativa del nuevo artículo.

 

 

 

 

RESULTADOS

Contexto de La Guajira: riqueza cultural, natural y desafíos sociales

La Guajira colombiana es un rincón caribeño ubicado en el extremo norte del país. Es una región conformada por 15 municipios de gran importancia ecológica y cultural. Su riqueza natural se manifiesta en una diversidad de ecosistemas que incluyen desiertos, playas, manglares y serranías, como la Sierra Nevada de Santa Marta. Este departamento alberga especies únicas de flora y fauna, adaptadas a las condiciones áridas de su territorio, lo que lo convierte en un espacio clave para la conservación de la biodiversidad. Además, cuenta con todos los pisos térmicos (sol canicular del desierto) hasta el pico nevado de Colón Sierra Nevada de Santa Marta).

Cabe destacar que, La Guajira no solo destaca por sus paisajes áridos y majestuosos, sino también por su riqueza cultural invaluable, marcada por la presencia ancestral de los pueblos indígenas, especialmente los wayúu, que hoy conviven interétnicamente con afrocolombianos (Alaniz y Hernández, 2021). Todos estos pueblos son portadores de una rica cultura reflejada en sus usos, costumbres, creencias y normas de comportamiento, bases que configuran los valores de sus sociedades.

Los pueblos wayúu se caracterizan por la profundidad de sus tradiciones y su conexión con la naturaleza. Hablan su propia lengua, el Wayuunaiki, y cuentan con un sistema legal autónomo (derecho propio) que rige la resolución de disputas entre sus integrantes o con los arijunas, término que utilizan para referirse a los forasteros. Dentro de su estructura social, desempeña un papel central el palabrero o Pütchipü, encargado de mediar y resolver conflictos entre familias. Esta figura, esencial en la comunidad, debe reunir ciertas cualidades: una astucia acompañada de algo de humor para aliviar tensiones, además de prudencia y discreción, proyectando siempre autoridad y respeto. Su vestimenta tradicional incluye sombrero, camisa de estilo occidental, faja, faldón típico, calzado guajiro y un bastón que lleva consigo como símbolo de su rol.

Cada elemento de la cultura wayúu, que conecta estrechamente su cosmovisión y costumbres ancestrales con el entorno natural, desde sus vibrantes mochilas tejidas hasta sus creencias y rituales, encarna una forma única de interpretar el mundo y de interactuar con él. No obstante, es imprescindible reflexionar sobre los desafíos que enfrenta esta región. En este sentido, La Guajira ha enfrentado históricamente una profunda crisis social, documentada en la Sentencia T-302 de 2017 emitida por la Corte Constitucional de Colombia (2017). Dicha sentencia busca garantizar la protección de los derechos fundamentales relacionados con la salud, el agua y la alimentación de los niños y niñas de las comunidades indígenas Wayuu de los municipios de Riohacha, Manaure, Uribia y Maicao del Departamento de La Guajira, con la orden al gobierno nacional de medidas de emergencia, prioritarias y urgentes.

Este pronunciamiento tiene como base las graves afectaciones sufridas por los derechos colectivos del pueblo Wayúu, y la Corte reconoce estas vulneraciones justificándolas a partir del principio de subsidiariedad. Con esta medida judicial, se busca detener el evidente abandono estatal hacia esta comunidad indígena ancestral. Esta desatención se manifiesta en una alarmante realidad de hambre, desnutrición infantil, mortandad, falta de servicios básicos como el agua, deficiente educación, graves afectaciones ambientales, bajas condiciones de vida y amenazas a sus tradiciones por efecto de la modernización se constituyen en desafíos sociales que requieren atención urgente desde múltiples perspectivas.

Es contradictorio que, a pesar de la situación deshumanizante previamente mencionada, el departamento haya obtenido durante décadas importantes recursos económicos provenientes de las regalías generadas por la extracción de carbón y gas. Estas regalías constituyen una fuente considerable de ingresos, aunque la distribución justa de dichas ganancias continúa representando un reto significativo (Rosas et al., 2024). En relación a este tema, Salazar (2023) indica que, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el índice de pobreza multidimensional (IPM) en La Guajira alcanzó un 42.9% al cierre de 2022. La gravedad y alcance de la pobreza en esta zona son motivo de seria preocupación.

Es fundamental aclarar que la situación de pobreza no se origina por la escasez de recursos, sino por la inadecuada gestión administrativa llevada a cabo por los gobernantes de turno. Esto resulta especialmente evidente al considerar que el departamento es hogar de El Cerrejón, la mina a cielo abierto más grande de Latinoamérica. No obstante, las regalías generadas por esta actividad minera, al parecer no se reflejan, ni en mejoras económicas sustanciales para la región, ni en un incremento en la calidad de vida de sus habitantes.

La región de La Guajira, cuyo modelo económico se basa principalmente en la extracción de sal, gas y carbón, enfrenta una limitada expansión empresarial que fomente la creación de empleo fuera del ámbito minero. Esta situación podría intensificar los retos económicos de la zona, especialmente considerando que se encuentra en proceso el plan de cierre de la mina El Cerrejón previsto para el año 2030 (Cámara de Comercio de La Guajira, 2018). Esta poca expansión empresarial obedece a obstáculos estructurales que limitan la inversión de capitales en proyectos productivos de mediana y gran escala. A esto se suma un desafío sociocultural, ya que las comunidades indígenas que habitan la región cuentan con códigos legales propios, sustentados en sus tradiciones, mitos y costumbres, los cuales suelen entrar en conflicto con las iniciativas de gestión pública orientadas al desarrollo social para el bienestar colectivo de los pobladores de la península.

Sin embargo, las ventanas de oportunidad que tiene la Guajira representan la posibilidad de superar la trampa de pobreza que, desde tiempos remotos, ha marcado este extenso territorio ancestral ocupado por el pueblo Wayuu. Aunque este grupo conserve prácticas culturales y una cosmovisión distinta y alejada de la perspectiva occidental, especialmente en relación con ideas de desarrollo, así como los conceptos de riqueza y pobreza, la pobreza en esta región tiene una base multifactorial.

Entre los aspectos más relevantes se encuentran la deficiencia educativa, la limitada calidad en la formación, el desempleo y la gestión inadecuada de los recursos públicos y naturales, como las regalías. Por ello, diversas organizaciones han trabajado en torno a la problemática de la pobreza en la capital de La Guajira, entre ellas sobresalen, la Cámara de Comercio de La Guajira y el Banco de la República, a través de su Centro de Estudios Económicos Regionales, y el Centro de Pensamiento para el Desarrollo 360°.

Por lo tanto, es esencial que las políticas públicas se enfoquen en fomentar un desarrollo sostenible y justo, garantizando, tanto la preservación de las tradiciones culturales de la región pluriétnica y multicultural, como el impulso para la inclusión social y económica. Únicamente mediante una perspectiva integral que promueva el fortalecimiento de las libertades fundamentales, y articule los esfuerzos entre el gobierno, las comunidades locales y los actores internacionales, será posible convertir los desafíos de esta relevante región de Colombia en oportunidades (Cámara de Comercio de La Guajira, 2018).

 

El Turismo como agente de desarrollo territorial en La Guajira colombiana

El turismo se ha consolidado como una actividad clave y en uno de los instrumentos más eficaces para impulsar el desarrollo local de ciertas áreas, especialmente en aquellas que cuentan con un valioso patrimonio cultural, histórico y natural. Este sector, no solo representa una fuente importante de ingresos económicos, sino que también favorece la cohesión social, protege recursos patrimoniales y dinamiza la inversión en infraestructura. No obstante, su impacto está directamente ligado a una gestión responsable y sostenible, así como a la colaboración activa de los diversos actores involucrados, con especial énfasis en las comunidades locales que forman parte del entorno turístico (Ricardo et al., 2023).

En el ámbito económico, el turismo actúa como un motor de crecimiento al diversificar las fuentes de ingresos y fomentar, tanto el empleo directo, como el indirecto. En este mismo sentido, la ONU-Turismo (2024) señala que, de acuerdo con datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT), esta industria aporta el 3 % del PIB mundial, y constituye una proporción relevante en muchas naciones, particularmente en aquellas con economías en desarrollo. Por ello, desempeña un rol clave dentro de las políticas globales orientadas al progreso. Los beneficios derivados del turismo pueden destinarse a la financiación de proyectos locales, lo que fortalece las economías, amplía las oportunidades de empleo y contribuye al desarrollo de sectores esenciales como la educación, la salud y el transporte.

Según Nieto (2020), el turismo, desde un enfoque sociocultural, actúa como un puente entre el desarrollo territorial y el avance de las comunidades. Este fenómeno se valoriza como una herramienta capaz de transformar las dinámicas sociales, culturales y medioambientales, mientras propicia el fortalecimiento de tradiciones y expresiones locales. Al atraer viajeros interesados en experiencias genuinas, las comunidades tienen la oportunidad de realzar y compartir su esencia y raíces culturales.

Por otro lado, en el plano ecológico, una gestión turística bien diseñada puede contribuir significativamente a la protección de ecosistemas y paisajes naturales. Por ejemplo, el éxito de áreas protegidas y parques nacionales suele estar vinculado a los ingresos generados por el ecoturismo, que son esenciales para garantizar su operación. Sin embargo, la ausencia de una adecuada regulación puede provocar importantes impactos negativos, como la alteración de los espacios naturales o una explotación desmesurada de recursos.

Ahora bien, en el sector turístico, La Guajira tiene el potencial de sobresalir por su riqueza cultural y por sus paisajes únicos. Desde las majestuosas dunas de Taroa y las playas vírgenes de Cabo de la Vela, hasta las profundas tradiciones del pueblo wayuu, esta región entrelaza una naturaleza privilegiada con una ubicación estratégica, ofreciendo experiencias innovadoras que cautivan a quienes prefieren alternativas al turismo convencional. Esto responde a la creciente tendencia hacia productos y destinos menos masificados, muchas veces vinculada al interés por experiencias auténticas y autóctonas relacionadas con el lugar visitado (Rodríguez et al., 2010). Con estrategias responsables que fomenten la preservación del entorno y garanticen el respeto a las comunidades locales, este y otros valiosos patrimonios culturales y naturales tienen el potencial de ser una fuente sostenible de ingresos.

En este sentido, una estrategia clave en el desarrollo turístico de La Guajira es la integración de las comunidades indígenas en las actividades económicas asociadas al turismo. El pueblo wayuu, posee un conocimiento invaluable sobre la región y sus tradiciones, lo que puede ser utilizado para crear experiencias auténticas que atraigan a turistas interesados en el turismo cultural. Además, la inclusión activa de estas comunidades garantiza que los beneficios económicos del turismo se distribuyan equitativamente, reduciendo la pobreza y fomentando el empoderamiento social. 

Por otra parte, es esencial que el desarrollo del turismo esté acorde con los principios de sostenibilidad ambiental. Por ello, se espera que las empresas del sector mantengan una operación que sea sostenible en términos económicos, sociales y ecológicos. Este enfoque debe convertirse en una norma, especialmente, frente a un público exigente que prioriza aquellas empresas que se orientan hacia la sostenibilidad (Sánchez y Anzola, 2021).

En este tenor, la región de la Guajira, aunque enfrenta desafíos significativos como la grave degradación de sus suelos debido a procesos de erosión, desertificación, salinización y compactación, además de la persistente escasez de agua, le resulta crucial que los proyectos turísticos respeten y optimicen la gestión de los recursos naturales. Adoptar prácticas responsables, como el manejo eficiente del agua y una correcta disposición de los residuos, no solo ayuda a conservar el entorno natural, sino que también contribuye a consolidar la imagen de la región como un destino comprometido con la sostenibilidad ambiental.

Es imperativo señalar que el turismo no constituye una solución universal para los retos que enfrenta La Guajira. Para que este sector se transforme en un verdadero impulso para el desarrollo territorial, es imprescindible incluir la gobernanza como un pilar clave de su éxito, entendida como la formación de redes inter-organizacionales autoorganizadas donde se diseñan y establecen políticas públicas (Barbini et al., 2011 como se cita Rojas et al., 2019). Sobre esta base, es prioritario que la actividad turística sea gestionada de manera conjunta o colaborativa bajo el liderazgo de los actores locales.

En consecuencia, las políticas públicas deben orientarse hacia la creación de un modelo inclusivo y sostenible que atienda principalmente las necesidades de las comunidades locales, mientras mitiga al máximo posibles efectos negativos. Esto exige fomentar la participación activa de la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones, así como garantizar la distribución equitativa de los beneficios económicos derivados. A la par, se requiere contar con una infraestructura adecuada y promover una transformación cultural en el ámbito turístico por medio de la educación.

 

La educación como motor para el cambio de la cultura del turismo en la Guajira colombiana.

La cultura del turismo desempeña un papel fundamental en el desarrollo económico, social y ambiental de las regiones que reciben visitantes. Sin embargo, el impacto del turismo no siempre es positivo, ya que puede generar problemas como la degradación ambiental, la pérdida de identidad cultural y la saturación de los destinos. Ante estos desafíos, la educación se posiciona como una herramienta clave para promover un cambio en la manera en que se entiende y se practica el turismo.

El concepto de educación orientada al cambio en la cultura del turismo se centra en formar a individuos y comunidades para que desarrollen una visión crítica y responsable frente a las dinámicas del sector turístico. Este enfoque promueve valores como el respeto por la diversidad cultural, la sostenibilidad y la preservación del patrimonio natural. Su propósito es empoderar, tanto a los viajeros, como a las comunidades locales, incentivándolos a involucrarse de manera activa en la creación de un turismo más ético y equilibrado, centrado en el respeto al medioambiente y con una conciencia social (Konan y Martoto, 2017).

La educación, tanto en su modalidad formal como informal, se presenta como uno de los pilares esenciales para promover este cambio. En el contexto académico, los programas educativos tienen la oportunidad de integrar el turismo como un tema transversal, incorporando contenido sobre turismo responsable y sostenible en áreas como geografía, economía y ciencias ambientales. No obstante, resulta indispensable fomentar e implementar un enfoque pedagógico renovado, con una perspectiva más social y crítica. Esta orientación debe concebir la educación como un proceso dinámico, emancipador y transformador, orientado a cambiar las estructuras sociales y los patrones individuales de comportamiento. Desde esta visión, el individuo es reconocido con sus propios problemas, deseos, ideas y experiencias únicas, y no simplemente como un objeto predeterminado por las intenciones unilaterales del educador (Mendizábal, 2016).

En este contexto, el turismo educativo se posiciona como una propuesta pedagógica que va más allá de los límites del aula convencional, ofreciendo vivencias que combinan conocimiento, intercambio cultural y análisis crítico. Este enfoque no se limita a la transmisión de saberes, sino que también busca cultivar una conciencia reflexiva respecto a las dinámicas sociales, culturales y ambientales que los estudiantes tienen la oportunidad de explorar, invitándolos a cuestionar su rol en el mundo y a construir cambios positivos.

Desde esta perspectiva, uno de los principales beneficios del turismo educativo reside en su capacidad para generar aprendizajes más significativos mediante la vivencia directa, donde los participantes pueden interactuar de manera estrecha con los entornos que estudian. A través de la exploración de lugares históricos, el contacto con comunidades rurales o la inmersión en escenarios naturales, los estudiantes no solo adquieren conocimiento teórico, sino que también desarrollan una mayor habilidad de reflexión crítica al analizar las dinámicas locales y globales que afectan a dichos espacios.

Por ejemplo, la visita a una comunidad indígena no debería limitarse solo a observar pasivamente sus expresiones culturales, sino que podría incluir un diálogo profundo con sus habitantes para abordar problemáticas como las vinculadas a la globalización o al cambio climático. Este enfoque favorece la concepción y transformación del conocimiento turístico a partir de acciones y experiencias vividas, fomentando además el desarrollo de habilidades prácticas, valores y actitudes que enriquecen el ámbito del turismo (González y Teixeira, 2016).

Por otro lado, la educación informal, también desempeña un papel fundamental en la transformación de la cultura del turismo, promoviendo prácticas más responsables y sostenibles. A través de experiencias, interacciones cotidianas y el intercambio de conocimientos en contextos no estructurados, se fomenta una mayor conciencia sobre el impacto ambiental, social y cultural del turismo. Este tipo de educación permite que tanto turistas como comunidades locales adquieran valores y actitudes que favorezcan la conservación del patrimonio natural y cultural, así como el respeto hacia las tradiciones y costumbres locales.

Además, la educación informal puede ser un vehículo para sensibilizar sobre la importancia de apoyar economías locales y minimizar los efectos negativos del turismo masivo. Es crucial integrar esta forma de aprendizaje en estrategias más amplias que incluyan campañas de comunicación, actividades comunitarias y el uso de tecnologías digitales para llegar a un público diverso. De esta manera, se contribuye a la construcción de una cultura turística basada en la sostenibilidad, la equidad y el respeto mutuo entre visitantes y anfitriones.

El cambio cultural necesario para impulsar el desarrollo del turismo también exige implementar un enfoque de gestión participativa. Según Venero et al. (2024), esta estrategia permite conservar el interés de la comunidad en involucrarse activamente en el proceso de desarrollo turístico de su región, lo que refuerza las bases para un desarrollo sostenible. En este contexto, es clave que las comunidades anfitrionas, en este caso las wayuu, asuman un rol principal en la toma de decisiones sobre cómo gestionar el turismo en sus territorios, abordando en sus planes elementos como el qué hacer, para quién hacerlo, quién lo hará y de qué manera se llevará a cabo la actividad turística. Asimismo, se incluye la importancia de garantizar que los beneficios económicos sean distribuidos equitativamente, al tiempo que se respeten sus tradiciones culturales y su estilo de vida.

En concreto, la educación enfocada en transformar la cultura del turismo es una estrategia clave para orientar el sector hacia enfoques más responsables y sostenibles. La articulación entre educación, ecología, cultura, sociedad y turismo tiene el potencial de desarrollar una socio-pedagogía para la formación de una cultura del turismo sostenible (Alvarado, 2022). No obstante, este proceso demanda una colaboración activa entre instituciones educativas, actores del ámbito turístico y comunidades locales. Solo a través de una formación integral y participativa será posible impulsar un modelo de turismo que, además de generar beneficios económicos, valore y cuide el entorno natural y cultural, garantizando su conservación para las generaciones presentes y por venir.

 

Energías limpias como herramienta de transformación en La Goajira colombiana

Ante la inminente e inevitable descarbonización de la economía de La Guajira, por el proyecto de cierre de la mina El Cerrejón, el territorio de La Guajira se perfila en Colombia como el lugar más promisorio para la puesta en marcha de proyectos de energías limpias, a través de parques eólicos y fotovoltaicos, debido a sus altos niveles de radiación solar y los vientos constantes que la caracterizan. La transición energética hacia fuentes renovables en este territorio, no solo responde a los compromisos internacionales de Colombia en materia de sostenibilidad y reducción de emisiones de carbono, sino que también aprovecha el potencial natural de la región. Esta particularidad la han convertido en una región estratégica para la generación sostenible de electricidad.

La energía eólica está liderando el camino en el sector de las energías renovables ante la hidroeléctrica, que históricamente comandaba la generación sostenible de electricidad (World Economic Forum, 2022). En este escenario, Guerra (2024) destaca a La Guajira por sus constantes vientos alisios, caracterizados por velocidades promedio que superan los 9 m/s, idóneas para su aprovechamiento mediante aerogeneradores. Estas condiciones han convertido a esta región en un punto estratégico para el desarrollo de la energía eólica en Colombia, con un potencial de instalación estimado en 18 GW, lo que representa una cifra significativa en comparación con la capacidad total instalada del país, que se sitúa en 29.5 GW. Por esto, La Guajira emerge como el territorio más prometedor en términos de energía renovable, con suficiente capacidad para suplir la demanda nacional, e incluso posicionar a Colombia como un posible exportador de energía limpia.

Por otro lado, el potencial solar de La Guajira es igualmente notable. La región cuenta con niveles de radiación solar importante, destacándose con un promedio diario multianual que superan los 6 kW/m². La combinación de cielos despejados y una alta intensidad solar durante todo el año sitúa a La Guajira entre las áreas con mayor capacidad para aprovechar esta fuente renovable de energía y un lugar ideal para la instalación de plantas fotovoltaicas (Vanegas et al., 2015).

El desarrollo de estas tecnologías en la región, no solo tiene implicaciones ambientales, al contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, sino también económicas y sociales. La inversión en infraestructura energética renovable está generando empleo local y fomentando el desarrollo comunitario. Sin embargo, como expresan Vega et al., (2023), es fundamental garantizar que estos proyectos se implementen con base en el diálogo social vinculante y organizado que garantice el reconocimiento de la ancestralidad del territorio y respete los derechos de las comunidades indígenas, además de preservar los ecosistemas únicos del área.

En los últimos años, se han implementado iniciativas para construir parques eólicos y plantas solares en La Guajira. Estos proyectos, no solo buscan diversificar la matriz energética del país, sino también generar empleo local, mejorar la infraestructura y reducir la dependencia de fuentes de energía contaminantes. Según estimaciones del Ministerio de Minas y Energía, estas iniciativas podrían consolidar a La Guajira como un líder nacional en energías limpias, atrayendo inversión extranjera y promoviendo el desarrollo sostenible.

Sin embargo, la implementación de estos proyectos no está exenta de desafíos. Por una parte, es primordial que los avances en energías limpias vayan de la mano con programas sociales destinados a cubrir las necesidades básicas de la población. El acceso al agua potable, la educación y la salud son aspectos esenciales que deben integrarse en cualquier estrategia de desarrollo sostenible para la región. Solo a través de esta integración será posible asegurar que las energías renovables funcionen como una herramienta de transformación para La Guajira.

Por otra parte, es fundamental garantizar que las comunidades locales, especialmente los Wayúu, sean partícipes activos en el diseño y ejecución de estas iniciativas. La consulta previa, un mecanismo legal que asegura la participación de las comunidades indígenas en proyectos que afectan su territorio, debe ser respetada para evitar conflictos sociales y asegurar que los beneficios sean compartidos equitativamente.

Un ejemplo de ello es el municipio de Uribia, el más extenso de los 15 que integran el departamento de La Guajira. Allí, en medio del desierto y dentro del territorio ancestral del pueblo Wayúu, se encuentra ubicado el parque eólico Windpeshi. Para llevar a cabo su construcción, fue imprescindible un trabajo articulado entre las entidades del estado y los representantes de las comunidades locales, a fin de generar soluciones a las dificultades reinantes. Este espacio ha permitido construir acuerdos para la sostenibilidad del proyecto considerando que se estima su entrada en funcionamiento para septiembre de 2026 (Pinzón, 2025).

El potencial de las energías limpias en La Guajira colombiana es innegable. Con una planificación adecuada y un enfoque inclusivo, estas tecnologías pueden convertirse en un motor de desarrollo económico y social para la región. No solo se trata de generar energía sostenible, sino de construir un futuro más justo y equitativo para las comunidades que han sido históricamente marginadas. La Guajira tiene la oportunidad de liderar el camino hacia un modelo energético más limpio y resiliente, demostrando cómo la sostenibilidad puede ser una vía para la transformación social.

 

Interrelación entre turismo y energías limpias: un enfoque para el desarrollo sostenible de La Guajira.

La Guajira, una región rica en diversidad cultural, paisajes únicos y recursos naturales, se posiciona como un destino turístico con un potencial excepcional. Sin embargo, los desafíos ambientales y la necesidad de un desarrollo económico sostenible exigen un enfoque innovador que combine turismo y energías limpias para transformar la zona en un modelo de sostenibilidad y tecnología.

La transición hacia un turismo sostenible en La Guajira, no solo es una oportunidad, sino una necesidad. El impacto ambiental generado por el turismo tradicional puede ser mitigado mediante la implementación de tecnologías limpias que reduzcan las emisiones de carbono, optimicen el uso de recursos y fomenten prácticas responsables. En este contexto, las energías renovables como la solar y la eólica, que encuentran condiciones ideales en la región, pueden desempeñar un papel clave en la electrificación de instalaciones turísticas y en la mejora de la infraestructura local.

La interrelación entre turismo y energías limpias también tiene el potencial de fortalecer el valor cultural de La Guajira. Las comunidades indígenas, como los Wayuu, juegan un papel central en proyectos turísticos sostenibles que resalten su patrimonio cultural y promuevan su participación activa en iniciativas tecnológicas. Esto no solo preserva su identidad cultural, sino que también dinamiza la economía local coadyuvando al mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad Wayuu. Tal como sucede con el Parque Eólico experimental, ubicado en el Cabo de la Vela y Puerto Bolívar, cuya ruta por el parque permite la observación participante de la cotidianidad de la comunidad Wayuu y conocer más de cerca los productos artesanales que elaboran (Jiménez, 2014).

En este contexto, la educación juega un papel fundamental al actuar como una herramienta clave para vincular el turismo con el uso de energías renovables, dentro de una estrategia que apuesta por el desarrollo sostenible y busca mitigar los efectos ambientales asociados a las actividades turísticas. Desde una visión integrada y en consonancia con las ideas de Guattari (1992), como se exponen en Díez (2021) y Beraldo (2009), sobre la conciencia ecológica en tres dimensiones: subjetiva (vinculación consigo mismo), social (interacción con los demás) y ambiental (conexión con la naturaleza), la educación se presenta como un factor capaz de integrar estas esferas. Así, fomenta la formación de estudiantes y profesionales desde una perspectiva ecosófica, que los prepara para liderar iniciativas de turismo sostenible y gestionar sistemas basados en energías limpias y renovables, bajo una visión ecológica integral que percibe el mundo como un conjunto armonioso y no como fragmentos desconectados (Patto, 2024).

Asumir esta perspectiva educativa implica que la conexión que se establece entre los estudiantes y su entorno, donde la institución educativa y la comunidad desempeñan un papel central, debe orientarse hacia el fortalecimiento de la interacción entre el individuo y el medio ambiente. El propósito principal es promover una conciencia crítica, reflexiva y activa. De esta manera, tales dinámicas pueden estimular un involucramiento más consciente de la comunidad en la planificación y realización de proyectos sostenibles (Moreno y García, 2018), respondiendo así a los desafíos asociados al turismo y al medio ambiente. Esto incluye la organización de talleres y actividades formativas dirigidos a las comunidades indígenas y rurales, con el fin de destacar cómo el fomento del turismo responsable y el uso de energías renovables pueden mejorar su bienestar sin poner en riesgo su identidad cultural ni el equilibrio natural de su entorno.

La Guajira posee condiciones ideales para este enfoque, destacándose tanto su reconocido potencial para producir energía eólica y solar a nivel nacional e internacional, como su riqueza cultural, que atrae a viajeros interesados en experiencias genuinas. No obstante, para aprovechar al máximo estas ventajas, resulta crucial priorizar la educación como pilar fundamental del desarrollo sostenible. La conexión entre el turismo y las energías renovables en esta región tiene la fuerza para convertirse en una herramienta eficaz para impulsar un desarrollo económico equilibrado y respetuoso con el medio ambiente. En este contexto, la educación se perfila como una estrategia determinante para formar líderes locales, empoderar comunidades y garantizar la sostenibilidad a largo plazo de este modelo. Como ya se expresó, apostar por una formación integral, holística y adaptada a las particularidades regionales emerge como la clave para construir un futuro próspero en esta parte de Colombia.

 

CONCLUSIONES

La Guajira colombiana, con su impresionante riqueza cultural, paisajes inigualables y abundantes recursos naturales, atraviesa un momento determinante de cambio. Construir una estrategia que fusione el turismo y las energías renovables como pilares destacados representa una oportunidad decisiva para redefinir el rumbo de esta región, siempre desde un enfoque que priorice la sostenibilidad, la inclusión social y el respeto por la diversidad cultural, además de basarse en una perspectiva educativa que fomente el desarrollo de las comunidades locales.

En particular, la puesta en marcha de iniciativas turísticas que impulsen las economías locales, protejan los ecosistemas y valoricen las tradiciones culturales, así como el aprovechamiento del considerable potencial solar y eólico de esta zona, constituye una opción estratégica para la transición del territorio de La Guajira. Este desarrollo sostenible no solo busca contribuir al cambio del modelo energético, sino también mejorar las condiciones sociales, generando empleo y elevando la calidad de vida de los habitantes. Convertido en un instrumento clave, este enfoque equilibra crecimiento económico con responsabilidad ambiental y social.

No obstante, el éxito de esta propuesta radica en apostar de manera decidida por una educación integral, holística y adecuada al contexto, que dote a las comunidades de las herramientas indispensables para liderar estos procesos con responsabilidad y asegurar que los beneficios se distribuyan de forma equitativa y sean sostenibles a largo plazo. Analizar este camino exige reconocer los retos históricos de La Guajira, pero también imaginar un escenario donde la cultura, el entorno natural y el desarrollo coexisten en armonía, transformando la región en un ejemplo de desarrollo integral y equilibrado.

 

FINANCIAMIENTO

No monetario.

 

AGRADECIMIENTO

A todos los agentes sociales involucrados en el desarrollo de la investigación.

 

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