DOI: http://dx.doi.org/10.35381/racji.v4i6.290
Educación
para la ciudadanía y la democracia: El equilibrio del poder
Education for citizenship and democracy: The balance
of power
Luis
F. Guanipa Ramírez
lguanipa@universidadsise.edu.pe
Universidad
SISE
Perú
https://orcid.org/0000-0002-8934-885X
José
L. Albites Sanabria
jalbites@universidadsise.edu.pe
Universidad
SISE
Perú
https://orcid.org/0000-0001-7688-6221
Julio Aldana Zavala
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda
Venezuela
https://orcid.org/0000-0002-7934-9103
Félix
Colina Ysea
fcolina@universidadsise.edu.pe
Universidad SISE
Perú
https://orcid.org/0000-0002-6651-3509
Recibido: 17 de febrero del 2019
Aprobado: 29 de abril del 2019
RESUMEN
El presente artículo de revisión plantea al fenómeno
educativo como eje fundamental de formación ciudadana y cambios sociales dentro
de procesos democráticos, teniendo como eje de acción medular al ser desde el
ser. Por lo tanto, tiene como objetivo general comprender la educación desde
los fundamentos del equilibrio del poder para el desarrollo de la ciudadanía y
democracia. Desde la metodología se asumió un tipo de investigación documental
bajo un diseño bibliográfico, utilizándose la técnica de análisis de contenido
para comprender la realidad de estudio desde la educación como proceso de
cambios en el ser biopsicosocial-espiritual y ecológico. Se concluye que las
nociones de poder, educación, ciudadanía y democracia, constituyen ejes
medulares de formación en el ser, reflejándose en cada accionar de su vida
cotidiana.
Descriptores: educación;
ciudadanía; democracia; equilibrio; poder
ABSTRACT
The present
review article deals with education as a fundamental axis of civic education
and social changes within democratic processes, having as axis of core action
being from being. Therefore, the general objective is to understand education
from the foundations of the balance of power for the development of citizenship
and democracy. The study methodology comprise a documentary research assumed
under a bibliographic design; furthermore, the content analysis technique is applied to understand the
reality of study from education as a process of changes in the
biopsychosocial-spiritual and ecological human being. It is concluded that the
notions of power, education, citizenship and democracy, are central axes of training
in being, reflected in each action of their daily lives.
Descriptors: education; citizenship; democracy; balance; power
INTRODUCCIÓN
El mundo atraviesa grandes dilemas
sociales, en donde el caos, la incertidumbre, la degradación de los principios
morales, pareciera no alejarse de la realidad de América Latina, salpicada de
una deficiencia para tomar buenas decisiones. Por un lado, se ponen al
descubierto una serie de escándalos de corrupción, por otro, se desatan formas
de gobernar bastante alejadas de los ideales democráticos, se visualizan,
también, comportamientos xenófobos, que parecían no existir en el continente.
Todos estos acontecimientos, se
encaminan a comprender una pregunta trascendental ¿a dónde va la educación de
los pueblos latinoamericanos? Aunque ésta puede ser una realidad mundial, es
que acaso en las escuelas de Latinoamérica no se enseña un mínimo de ciudadanía
y valores democráticos o se enseñan de una forma tan precaria que los estudiantes
no son capaces de internalizarlo e exteriorizarlo en su propia vida.
De acuerdo con (Delors, 1996), la
escuela está en la obligación de enseñar a ser, enseñar a aprender, enseñar a
hacer y, finalmente, enseñar a convivir. Estos son los cuatro pilares donde se
asentarán las nuevas generaciones, por lo que es necesario cimentarlos de la
mejor manera posible. Es en la familia donde se aprende a ser humano, a vivir
como ciudadano y la escuela la encargada de fomentarlo.
Por este motivo (Delors,1996, p. 55),
expresa “la cohesión de toda sociedad humana procede de un conjunto de actividades
y de proyectos comunes, pero también de valores compartidos, que constituyen
otros tantos aspectos de la voluntad de vivir juntos”. Es aquí donde se origina
el sentido de pertenencia a una determinada sociedad, en donde la familia y la
escuela, se convierten ese eje medular de formación ciudadana, permitiendo la
coexistencia humana, el respeto a cada uno de sus miembros y la dignidad a la
persona.
Entonces, la escuela representa en sí,
constituye el semillero que va a hacer germinar los valores ciudadanos y
democráticos en sociedad. Dentro de ella van a formarse personas con la
capacidad de tomar las mejores decisiones, respetando la voluntad y libertad de
sus iguales, sintiéndose partes de un todo, desarrollando todas las potencialidades
y prestando un importante servicio social como ciudadano.
Bajo esta perspectiva, la educación para
la ciudadanía y para la democracia se asume en este artículo para una versión
equilibrada del poder, teniendo ciudadanos mejores preparados para elegir, pero
también gobernantes más conscientes de su labor. la escuela, como centro
educativo, debe interpreta las exigencias de una sociedad que amerita mayor
intervención, puesto que la dinámica moderna obliga a cambiar las praxis educativas
si quieren seguir siendo efectivas, internalizando que la educación para la
ciudadanía es fundamental para aprender a convivir juntos. Asimismo, la educación
democrática, es la mejor herramienta para construir las sociedades políticas de
hoy. Con todas esas dimensiones educativas se pretende construir un ejercicio
del poder realmente equilibrado, que favorezca a las mayorías sin perjudicar a
las minorías. Por lo tanto, el presente estudio reflexivo tiene como objetivo
general comprender la educación desde los fundamentos del equilibrio del poder
para el desarrollo de la ciudadanía y democracia.
El papel de la sociedad es fundamental
para el desarrollo integral del ser humano, porque posibilita el accionar de
múltiple herramientas que dinamizan el crecimiento del ciudadano, ya que la
Sociedad está constituida por las personas e instituciones que la modelan. Al
respecto, señalan Aldana y Valles (2018:113):
La
sociedad está constituida por personas e instituciones que hacen vida en la
misma, generalmente en esta convivencia se desarrollan relaciones de poder
donde las clases dominantes buscan oprimir a las que consideran más débiles,
ocasionando así; pobreza, desigualdad, opresión, violencia, entre otros
factores negativos para el desarrollo integral del ser humano.
Es
por eso, lo fundamental y categorial de la Educación en la formación del
ejercicio del poder, ya que desde la perspectiva epistémica desde donde se
consolide, irá creando todas las estructuras que permitan el desarrollo de un
ciudadano libre o esclavo. La sociedad modela al Ciudadano desde sus
herramientas de control y la Educación es la más influyente
METODOLOGÍA
Se asumió la investigación documental
como proceso que guiaron la búsqueda, análisis e interpretación de los datos.
Para (Arias, 2012, p. 27), “la investigación documental es un proceso basado en la
búsqueda, recuperación, análisis, crítica e interpretación de datos
secundarios, es decir, los obtenidos y registrados por otros investigadores en
fuentes documentales: impresas, audiovisuales o electrónicas”. En este sentido,
se asumió este tipo de investigación para comprender e interpretar las
categorías relacionada con educación, ciudadanía, democracia y poder.
Asimismo, la investigación
siguió, de acuerdo a (Palella y Martins, 2010, p. 87), el
diseño bibliográfico, “en la revisión sistemática, rigurosa y profunda del
material documental de cualquier clase. Se procura el análisis de los fenómenos
o el establecimiento de la relación entre dos o más variables”. Por lo tanto,
se recurrió al análisis de diferentes textos parta comprender la realidad del
estudio. Para el procesamiento de la información se recurrió al
análisis de contenido sobre la temática abordada, permitiendo que emergieran
categorías sustanciales sobre educación, ciudadanía, democracia y poder.
El
sentido de la educación en la sociedad actual
La escuela moderna está atravesando un
período de cambios, profundos en la mayoría de los casos, marcados por las
nuevas exigencias de la sociedad. Ya no sólo se discuten las asignaturas y sus
contenidos, sino que como afirma (Tedesco,1996, p. 74), “la preocupación
proviene, además, de la necesidad de redefinir los contenidos socializadores
(valores, normas y actitudes) que la escuela debe transmitir”.
En consonancia con el autor anterior
(Puig y otros, 2010, p. 86) afirman que “entre los fines de la educación
siempre ha estado presente la socialización, e incluso para algunos pensadores
de la historia, la educación se configuraba como el más eficaz instrumento
socializador”. Desde siempre ya se concebía a la escuela como el lugar por
excelencia para la socialización, pero aquí alcanza un nivel totalmente nuevo.
Aquí las prácticas de la escuela, dice (Vilera, 2001, p. 88), “se anudan a un
curso histórico lineal integrado a un proyecto de sociedad, de ideal de hombre
y de emancipación de la vida sociocultural “civilizada”, cimentados en la
perspectiva del progreso”.
Es la escuela quien forja a los hombres
y mujeres civilizados que la sociedad está exigiendo en un momento determinado
de la historia. Es, precisamente, la sociedad quien le proporciona las pautas
de formación que requiere, pero según la revisión hecha estos patrones parecen
haberse quedado en niveles muy básicos. En este sentido, como señalan (Escámez
y Gil, 2002), que las personas corren el grave peligro de ser tratadas como
clientes o consumidores de un mercado, pero no como miembros de una sociedad
civil. Y se puede dar un paso más afirmando que, incluso, las personas son
tratadas como un objeto más, como un producto comercial.
Por otra parte, la visión educativa
moderna, (Vilera, 2001, p. 89) “traza un modelo de educación centrado en la
construcción racional y autónoma de las capacidades humanas”, por lo que se
propone el poder absoluto de la razón y una serie de valores inmutables como lo
más importante del ser humano. Estas afirmaciones son sostenidas también por (Escámez
y Gil, 2002, p. 7), quienes dicen que si faltan ciudadanos que posean ciertos
valores cívicos “las democracias actuales se vuelven sociedades vulnerables a
las agresiones y manipulaciones de los poderosos”.
Entonces, en la actualidad se está
exigiendo que se entienda la educación, (Puig y otros, 2010, p. 86), “como
factor clave para el desarrollo de destrezas, habilidades y actitudes que garanticen
la convivencia y salvaguarden los derechos y deberes de los seres humanos”. Es
en ambiente educativo, aunque no exclusivamente, donde se desarrolla, además de
los conocimientos de cultura general, ciudadanía y democracia.
Por esta razón, la educación ya no puede
limitarse “a la enseñanza de contenidos, sino que, más allá de la instrucción,
es una enseñanza para la vida y una herramienta para garantizar el desarrollo y
el progreso de la sociedad” (Puig y otros 2010, p. 86). No sólo se habla aquí
de educación continua, sino de educación para la vida, en cualquiera de sus
dimensiones: social, política, económica, familiar, cultural, entre otras. Hoy
más que nunca urge trabajar por una educación realmente integral centrado en los
valores humanos, teniendo como epicentro al ser en el ser.
Bajo esta vertiente, la educación constituye
procesos de humanización, en la que ésta se va alcanzando gradualmente, como
afirma (Savater,1997), además, es un acto típicamente humano, no se puede
hablar de una educación en la simplicidad de lo estrictamente académico, ni en
un momento específico de la vida. Es necesario educar en todas y cada una de
las dimensiones del ser humano, comprendiéndose la educación a lo largo de la
vida. En ese sentido, señala (Morín, 2004), que toda estrategia alternativa a
los esquemas simplificadores, reductores; castradores presentes en las
distintas dimensiones de lo humano y del entorno debe ser bien recibida. Porque
esquemas simplificadores dan lugar a aprendizajes simplificadoras, y esquemas
unidimensionales dan lugar a aprendizajes unidimensionales.
En la actualidad la escuela enfrenta el
más grande los retos de su historia: Educar en una sociedad cada vez más
compleja, llena de incertidumbre, caos, con cambios muy acelerados y con
exigencias en constante aumento. Se hace necesario una educación en diversas
las diversas dimensiones del ser humano, si no se quiere correr el riesgo de
deshumanizar a quienes acuden a los centros educativos. Los tiempos modernos
reclaman una educación en complejidad, sistémica, holística, capaz de integrar
lo individual, social, natural, cultural, reflejado desde la
multidimensionalidad.
En este orden de ideas, es un erro
desaprovechas la función educadora en lo complejo de la escuela “en relación
con el aprendizaje y la formación relativas a las dimensiones éticas y morales
de los estudiantes, como lo es de toda institución de educación…con voluntad de
servicio público” (Martínez 2006, p. 87). Las instituciones educativas estás,
pues, al servicio de la sociedad, con el deber de responder a las necesidades
que ésta pueda presentar.
Educación
para la ciudadanía
Como se ha indicado las instituciones
educativas deben estar volcadas a formar los ciudadanos del futuro e incluso
del presente. Es urgente, de acuerdo con (Ortega y otros, 2006, p. 7), la
formación de ciudadanos “competentes para vivir en una sociedad plural en las
formas de pensar y vivir”. El mundo de hoy es heterogéneo y profundamente
diverso, con modos de pensar cada vez más diferentes, por lo que es necesario
sembrar las bases para que los seres humanos puedan vivir juntos y en paz.
En este sentido afirman (Ortega y otros,
2006, p. 9), en las sociedades actuales “la ciudadanía y la convivencia se han
convertido en ejes fundamentales de la educación, porque representan de manera
genuina los ámbitos externo e interno de la educación de la responsabilidad con
sentido democrático”. En ese sentido, la ciudadanía es concebida por (Escámez y
Gil, 2002, p. 9), como “la relación social que vincula entre sí a los miembros
de una comunidad política y se manifiesta en la participación en las
instituciones de la sociedad y en las estructuras de decisiones de los actos
comunes”. Pero no se trata sólo de sentirse parte de una estructura o
institución, sino de respetar a quienes forman parte de ellas, e, incluso, a
las personas que no pertenecen a dichas estructura. De lo que se trata es de
aprender a vivir juntos, aunque en la apariencia física o en el pensamiento no
sean iguales.
Entonces, se afirmar que las sociedades
modernas se caracterizar por ser unos híbridos. Para (Vilera, 2001, p. 96), una
idea de “ciudadanía con muchas identidades ante la diversidad de relaciones
posibles del individuo con la sociedad, se mezclan así: lo personal con lo
grupal, lo local con lo global, lo real con lo virtual”. Y es en estas nuevas
sociedades donde se está replanteando la idea de ciudadanía, por lo que se está
haciendo tan difícil asumir el nuevo concepto.
De acuerdo con (Díaz, 2005, p. 5), “Dada
la complejidad de elementos que constituyen la formación valorar, ésta tiene
que ser objeto de otro tipo de aproximaciones, más allá de los planteamientos
didácticos”. Este autor propone una educación en valores desde perspectivas
psicológicas diferentes, puesto que según sus investigaciones los valores se
aprenden como lo hacen los afectos. Los valores, al igual que los afectos, se
pueden percibir, pero es sumamente difícil describirlos. De lo que se trata es
de crear en la escuela los espacios para vivenciar los valores (siempre con el
apoyo y refuerzo de la familia) para que tengan un impacto fuera de la
institución educativa.
La
educación en democracia
Educar en democracia y para democracia
es la consigna que se viene promoviendo desde hace varias décadas atrás. Pero,
por la manera en que se han ido desarrollando ciertos hechos en América Latina
hace pensar que la educación no ha surtido el efecto deseado o que todavía
queda mucho por hacer en materia de educación democrática. No sólo se observan
regímenes totalitarios, con aspiraciones expansionistas, sino ciudadanos poco
respetuosos con las ideas de los demás. En muchos países de Latinoamérica se
habla mucho de la tolerancia, pero se practica bastante poco.
Señala
Smith (2018):
…la necesidad de la participación para la construcción de una democracia
propia, desde las características del contexto histórico, social y cultural de
Venezuela; de allí su llamado de atención a “pensar” y “crear” en nuevas formas
para ejercer el poder delegado del pueblo (p. 140).
En este sentido, los sistemas políticos
de la democracia moderna, afirma (Escámez y Gil, 2006), se ha construido sobre
las bases del concepto de la ciudadanía como participación en la vida pública.
Aunque eso no parece ser suficiente, es necesario crear espacios efectivos de
participación en la toma de decisiones desde los primeros niveles de la
educación escolar.
A
MANERA DE CONCLUSIÓN
Se podría definir el poder como la mayor
o menor capacidad unilateral (real o percibida) o potencial de producir cambios
significativos, habitualmente sobre las vidas de otras personas, a través de
las acciones realizadas por uno mismo o por otros. Pero por otra parte, al decir
de Paulo Freire, el poder debe alojarse en la cabeza del dominado y llevarle a
considerar como natural lo que desde el nacimiento se le está imponiendo. Así,
el poder se relaciona con el gobierno de un país o con la herramienta en el que
consta la facultad que un ser humano le otorga a otro para que, en
representación suya, pueda llevar a cabo un cierto plan. Es la habilidad,
destreza, conocimiento para imponerse como líder del grupo, para tomar
decisiones.
Por otra parte, las leyes del poder son
una interpretación de la evolución usada por individuos, con la finalidad de
permitir al individuo desarrollarse al más alto nivel de confort que pueda
alcanzar en su marco social. El ejercicio del poder es endémico en los humanos,
como seres sociales y gregarios que son.
Pero, la educación es acceso al poder, es
el desarrollo de las habilidades de la persona, en la adquisición de las
herramientas que le permiten comprender y enfrentar las circunstancias sociales
y naturales de su tiempo. Sin educación el genio humano queda sepultado bajo
las acciones desorganizadas e impulsivas del instinto. Quienes manejan
conocimientos acostumbran tomar las decisiones más convenientes. Las personas
que no conocen se mueven en el ámbito de la incertidumbre, y de la
incertidumbre pasan al miedo, que es el terreno donde los viles imponen las
cadenas de la dependencia.
En consecuencia, la Educación es un
factor determinante de la capacidad de los pueblos para lograr el crecimiento
personal de cada ser humano, así como para adecuarse a los requerimientos que
impone el nuevo paradigma postindustrial, es decir, la sociedad basada en el
conocimiento y la informática. El grado de desarrollo de una sociedad está
condicionado cada vez más por el nivel educativo que exhiban sus integrantes,
mientras que la miseria y la pobreza se originan fundamentalmente de la
ignorancia en general y de la ignorancia tecnológica en particular. Sin embargo, La ciudadanía se construye a
través de la participación y del trabajo en grupo en pos de un objetivo común
que sea factible de alcanzarse y proyectarse en otros. Esto solo se puede
realizar bajo un régimen democrático que enseñe a respetar las diferencias y
compartir las cosas que se tienen en común. Hablar de educación, democracia, ciudadanía
es hablar del hombre, de la persona en necesaria relación con sus semejantes,
quienes conviven formando sociedades y comunidades. Está relacionada
con la naturaleza social que deriva de la propia indigencia humana. Sólo con el
concurso del otro, se pueden satisfacer las necesidades propias, alcanzar la
realización como personas.
Asimismo, el desarrollo del Estado
moderno, del Estado de derecho que lo acompaña, va a ir haciendo de éste un
Estado basado en la democracia a medida en que el ejercicio de los derechos políticos va a significar la participación creciente de todos en las
decisiones fundamentales de la sociedad, bien directamente o a través de cada
uno de sus representantes.
Ahora bien, no siendo posible la
democracia sin ciudadanos, el principal deber del Estado democrático es la
formación de ciudadanos. En este sentido afirma (John Kenneth Galbraigth, citado por Savater,
2000), que todas las democracias viven bajo el temor de una la
decisión errada de los ignorantes. Si las personas no tienen conocimiento
de qué es lo mejor para ellos no van a poder tomar las mejores decisiones.
En este sentido, se puede afirmar que la
ignorancia es también falta de valores y de virtud, resultados, en parte, del
proceso educativo. Además de instrucción, de la capacitación para el trabajo,
de la preparación de personas capaces de contribuir a la creación de riquezas,
es necesario formar en los valores y virtudes propios del estado democrático.
Dice (Savater, 2000) que la democracia
deberías ser el mejor de los aparatos para crear demócratas, en la medida en
que no esté perdida. Para hacer esa creación de demócratas es necesario
formarlos en unos principios básicos. Se entra en el aprendizaje de la
discusión, y se discute mientras se van enseñando estos principios.
En este sentido, las virtudes como la
prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza son formados en el
individuo, que después lo va a poner en el común al relacionarse con los demás.
Del mismo modo los valores cívicos como el respeto al otro, a las reglas, a los
derechos humanos son el resultado de todo el proceso de formación de
demócratas. Los ejes fundamentales de la educación ciudadana deben ser el
pluralismo, la participación, ña responsabilidad, la amistad cívica, la
justicia, la paz. De tal manera que la educación constituye el medio primordial
para la constitución y el fortalecimiento del Estado democrático.
Esta misma educación ciudadana debe
crear consciencia del respeto de los Derechos humanos, ya que el Estado debe
garantizarlos a sus ciudadanos y por ende, educar desde esta visión de
crecimiento integrar del ser humano. El Estado desarrollará sus políticas
democráticas en Derechos Humanos, desde sus principios axiológicos y
teleológicos. En relación con lo anterior, Aldana e Isea (2018: 36) expresan
que:
La
democracia y los derechos humanos representan un fenómeno político de connotada
complejidad, dado la relación que se genera entre ambos según la vertiente
filosófica política desde la cual se perciba, oriente, el entramado democrático
gerencial de la democracia en un determinado contexto país o Estado.
Por otra parte, se destaca en la carta
Democrática Interamericana que la educación es unos de los instrumentos más
efectivos para fomentar la conciencia de los ciudadanos en relación a su papel
en sus propios países. De esta manera se puede lograr una participación
significativa en los procesos de toma de decisiones de cada nación. Se reafirma
la importancia de los recursos humanos para el logro de sistemas democráticos
sólidos.
En el artículo 16 del mismo documento se
dice que “la educación es clave para fortalecer las instituciones democráticas,
promover el desarrollo del potencial humano y el alivio de la pobreza y
fomentar un mayor entendimiento entre los pueblos”. De esta manera se van
desarrollando en los individuos comportamientos tendientes al bienestar común.
Pero además de señalar los fines, la
carta Interamericana también fija unas condiciones básicas para el logro de
estas metas. En el mismo artículo 16 expresa que “es esencial que una educación
de calidad esté al alcance de todos, incluyendo a las niñas y las mujeres, los
habitantes de las zonas rurales y las personas que pertenecen a las minorías”.
No es cualquier educación, no se trata de que los estados reflejen números de
niños inscritos (sean verdaderos o no) en los centros educativos, sino que la
educación sea realmente de calidad.
En este sentido el futuro de la
democracia dependerá de los ciudadanos que los estados sean capaces de formar
en el presente. En conclusión, las nociones de poder, educación, ciudadanía y
democracia tienen estrecha relación el poder lo da la educación para
desarrollar las habilidades y destrezas, el conocimiento necesario para ejercer
un liderazgo, destacándose la democracia participativa, protagónica, una
ciudadanía incluyente, activa en busca del bien colectivo.
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